jueves, 10 de julio de 2014

Salarios mínimos = más trabajadores pobres


Tener un trabajo hoy en España no garantiza una vida digna: uno de cada ocho trabajadores ganan el salario mínimo o menos (645 euros al mes), según el INE. Y así, un 13,4% de los trabajadores son pobres (2,27 millones), un porcentaje sólo superado por Rumanía y Grecia. Es el fruto de la enorme precariedad laboral (muchos contratos temporales y a tiempo parcial) y la bajada de salarios, más de un 10% con la reforma laboral. Y el resto de  trabajadores no tienen sueldos boyantes: el 72% ganan menos de 2.000 euros brutos al mes. Así pasa, que la mitad de españoles viven con menos de 1.000 euros al mes. Y todavía, la patronal pide dos años más de moderación salarial y más contratos temporales. Es un suicidio: si los trabajadores tienen sueldos de miseria, no consumen y no se crece ni se crea empleo. Y tienen pocos incentivos para trabajar mejor. Necesitamos sueldos europeos.
 
enrique ortega

La última estadística de salarios del INE, con datos de 2012, es terrorífica (y la de 2013 puede ser peor): el 12,25% de los trabajadores ganan el salario mínimo (SMI) o menos (645 euros por 14 pagas, 8.979 euros brutos al año, de los que se descuentan retenciones a Hacienda y las cuotas de la seguridad Social). Es un porcentaje que duplica a los que cobraban el SMI en 2004 (6% trabajadores) y muy superior al de antes de la crisis (7,8% en 2007). Con ello, un 13,4% de los trabajadores españoles son pobres, según el INE, nada menos que 2.271.130 empleados. Y tenemos el mayor porcentaje de trabajadores pobres de Europa, sólo por detrás de Rumania (19%) y Grecia (15%), según Eurostat.

El perfil de estos trabajadores pobres son mujeres (hay un 17,3 % de trabajadoras pobres frente a un 7,5% entre los hombres), jóvenes, mayores de 55 años, autónomos e inmigrantes, con poca formación y que trabajan básicamente en los servicios, con contratos temporales y a tiempo parcial. Precisamente, la primera causa del aumento de trabajadores pobres es la precariedad laboral, por partida doble. Por un lado, hay un 16,4% de contratos a tiempo parcial (en 2014, un tercio de los nuevos contratos), que ganan de media menos de la mitad que a tiempo completo (un 39,5%, según el INE). Y por otro, tenemos el mayor porcentaje de Europa de contratos temporales (24%, frente al 14,1% en la UE), los únicos casi que se firman ahora (91,3% de los contratos en 2014), contratos que ganan un 65,5% de los fijos, según el INE. Y además, la otra causa de pobreza es que todos los trabajadores, cualquiera que sea su contrato, han visto reducir su sueldo un 10% desde 2012, por la reforma laboral. Y hasta un -17% los  más bajos, según FEDEA.

Este creciente grupo de trabajadores pobres es el dato más preocupante, pero hay otro más: el 72% de todos los trabajadores (12.202.000) ganan menos de 27.000 euros brutos al año, menos de 2.000 euros brutos al mes (en 14 pagas). Y según el INE, el sueldo más corriente en España (2012) eran 15.500 euros brutos al año, curiosamente el mismo que en 2008 (lo que supone, con la inflación acumulada, ganar ahora un 9,1% menos). Son 1.107 euros brutos al mes (en 14 pagas), que descontando retenciones y SS se quedan por debajo de los 1.000 euros. No en vano, la última estadística de Eurostat daba un dato escalofriante: la mitad de los españoles viven con menos de 1.000 euros al mes. Y la mitad de ellos, incluso, son minieuristas (ganan entre 400 y 800 euros). En contrapartida, los que ganan 8 veces o más el salario mínimo (71.832 euros brutos anuales, 5.128 euros al mes en 14 pagas) han aumentado con la crisis y son ya el 1,74% de los trabajadores, 302.000 en 2012.

Junto a estos salarios bajo mínimos, los datos del INE revelan varias desigualdades flagrantes. La primera, la diferencia salarial entre hombres y mujeres: ellas ganan un 24% menos (19.537 € de media frente a 25,682€ los hombres), una brecha que se ha agravado con la crisis (en 2008 ganaban un 21,9% menos). Eso se debe, básicamente, a que las mujeres tienen más contratos temporales (26,1% frente a 23,9% los hombres) y más contratos a tiempo parcial (73,1% contratos de las mujeres y 26,9% de los hombres), los peor pagados, además de otros factores como que ocupan peores puestos y se les deja promocionar menos. Otra desigualdad  es por sector: los que trabajan en las eléctricas, por ejemplo, ganan 3,7 veces más que los trabajadores de los servicios. La tercera, la desigualdad por puesto: un directivo gana 4,14 veces más que un trabajador no cualificado. La cuarta, por edad: los menores de 30 años (sobre todo chicas) ganan un 44% menos que los que tienen entre 35 y 50 años. Y los inmigrantes no europeos ganan un tercio menos que los españoles. Por último, el sueldo depende mucho de dónde se trabaje: los que más ganan viven en País Vasco (ganan +16,7% que la media nacional), Madrid (+14,6%), Cataluña (+7,5%) y Navarra (+4,7%) y los que menos en Canarias (-15,1% que la media), Galicia (-14,6%) y Extremadura (-13,2%).

En 2013 y 2014, los salarios han seguido bajando, como sucede desde 2010, con una rebaja que supera el 10% de media. La bajada real podría ser mayor, según el Banco de España, porque con  la crisis se han perdido puestos de trabajo con menores salarios y ahora los más altos (que han perdido menos) pesan más en la media estadística. Además, la devaluación salarial no se ha producido sólo en el sueldo: han crecido mucho las horas extras gratis, de 2,7 millones a la semana (2009) a 3,38 millones (2013), sobre todo en los contratos precarios. Así, el trabajador pierde ingresos por partida doble (sueldo y horas extras no cobradas). Y España deja de crear, con todas la horas extras, unos 150.000 empleos.

Cara al futuro, la patronal quiere aprovechar la crisis para seguir con la moderación salarial dos años más: los salarios “no podrán subir hasta 2016 como pronto”, dicen, mientras los sindicatos defienden subidas en los sectores y empresas con beneficios. Recordemos que España tiene los costes laborales más bajos que Europa: se pagan 20,90 euros por hora trabajada (2013), un 12% menos que la media europea (23,70 euros) y bastante menos que en Francia (35€ por hora), Alemania (31€), Italia (28€) o Reino Unido (21,1€). Y tenemos un salario mínimo (645 euros por 14 pagas) congelado desde que llegó Rajoy (diciembre 2011) y uno de los más bajos de Europa, la mitad que en los grandes países (en Alemania llegará a 1.360€ en 2017, en Francia es de 1.430€ y en Reino Unido de 1.189€).

La Comisión Europea pidió en enero medidas urgentes para frenar el crecimiento de los trabajadores pobres en Europa. Es hora de poner coto a esta lacra social, mejorando el salario mínimo y cumpliendo con el compromiso adquirido por España con el Consejo de Europa: que el SMI sea el 60% del salario europeo, lo que supondría subirlo a 800 euros. Además, hay que reducir la precariedad laboral, recortando los contratos peor pagados, temporales y a tiempo parcial (la patronal CEOE quiere que haya más, multiplicar los minijobs a 400 euros para jóvenes, como en Alemania). Y sobre todo, hay que dejar atrás la moderación salarial, porque es un suicidio económico y social: si los trabajadores tienen sueldos de miseria, no consumen, las empresas no venden  y el país no crece ni crea empleo. Además, para competir no sólo hay que tener en cuenta los costes laborales: si las empresas españolas pagan más cara la luz (+20%) o los créditos (a un interés triple que en Alemania) y encima sube el euro, todo eso se come los sacrificios salariales de los trabajadores.

Hay que actuar en dos frentes. Por un lado, con medidas para reducir el número de trabajadores pobres: subirles el salario mínimo, rebajarles cotizaciones e impuestos, aumentarles las ayudas sociales (alquileres, becas y mayores ayudas por hijos y dependencia), y mejorar su formación y su empleabilidad. Por otro, negociar convenio a convenio subidas de salarios en empresas con beneficios, a cambio de mejorar la productividad. Y reducir las horas extras (gratis o pagando), para permitir que entre más gente a trabajar.

En definitiva, España no puede pretender tener salarios de China o Marruecos y competir a costa de que sus trabajadores estén entre los peor pagados de Europa. Hay que optar por negocios viables, que permitan salarios decentes a la europea. Y si la patronal persiste en tener empleados precarios y mal pagados, estarán desmotivados y trabajarán peor. Además, no consumirán y las empresas no aumentarán sus ventas. Por todo ello, tener sueldos decentes es una clara apuesta para salir de la crisis. Y para tener un país más justo.

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