lunes, 1 de enero de 2018

2018, un año con el "viento exterior" en contra


Entramos en 2018, el quinto año de la recuperación, aunque el 70% de los españoles no la notan, según el informe FOESSA. Pero 2018 será más difícil, porque se acaba la ayuda exterior, el “viento de cola” que es responsable (no la política de Rajoy) de más de la mitad del crecimiento y del empleo creado estos años, según los expertos: petróleo barato, euro débil y dinero casi gratis. En el último trimestre de 2017, el “viento exterior” ha cambiado y en 2018 lo tendremos “de cara”, con el petróleo, el euro y los tipos al alza, lo que frenará nuestro crecimiento y empleo. Y tampoco ayudará la crisis política en Cataluña, que frenará la recuperación. Por ambas razones, España crecerá menos y se crearán 140.000 empleos menos que en 2017. Para contrarrestarlo, Gobierno y oposición deberían acordar reanimar la economía dentro (aumentando inversiones, gasto social y sueldos), no hacer más recortes como pretende Rajoy con el Presupuesto 2018. Empujar la economía desde dentro.

enrique ortega

Entre 2014 y 2017, España se benefició de la inestimable ayuda exterior, en forma de precios bajos del petróleo, un euro barato y una inyección de liquidez a la economía con el dinero al 0% de interés y compras masivas de deuda pública por el Banco Central Europeo (BCE), tres factores que han supuesto, según los expertos, más de la mitad del crecimiento total (+11,2% del PIB) y del empleo creado (1.725.000 empleos, precarios y mal pagados) en España estos cuatro años de recuperación, no la política de Rajoy, que ha frenado un mayor despegue con sus recortes. Eso sin olvidar que el 70% de los españoles no notan todavía esta recuperación, según la encuesta del informe FOESSA 2017.

Ahora, ese viento exterior favorable ha cambiando de dirección y sopla en contra desde los meses finales de 2017, aunque lo que notaremos más en 2018, porque frenará la recuperación. El primer frenazo nos lo dará el petróleo, cuyo precio se ha disparado desde el verano pasado, tras haber caído un 75% entre 2014 y 2016, un gran regalo para todas las economías pero más para la española (más dependiente del crudo exterior). Si el petróleo comenzaba 2017 en 57 dólares barril y luego caía hasta un mínimo de 44,82 dólares en junio, en verano volvía a subir y superaba en octubre la barrera de los 60 dólares, para cerrar el año 2017 en torno a los 67 dólares, un 49% más caro que en junio y el precio más alto de los últimos dos años y medio. Y todo apunta a que en 2018, si la OPEP y Rusia mantienen los recortes de producción pactados, el crudo costará  más de 65 dólares, muy por encima del precio estimado por el Gobierno Rajoy en su Plan Presupuestario (54,8 dólares).

Este mayor coste del petróleo es una muy mala noticia porque aumentará los costes de las empresas y la factura del petróleo del país, recortando el crecimiento. De hecho, la factura energética hasta octubre de 2017 se encareció en 9.475 millones de euros sobre el año anterior, lo que podría restar un 0,5% al crecimiento del PIB en 2017 y más en 2018. Para entender la importancia del cambio de tendencia, recordemos que la bajada del petróleo entre 2014 y 2016 ahorró a España casi 60.000 millones de euros en la factura energética, un “regalo exterior” que añadió un 2,5% al crecimiento del PIB esos años (casi un tercio).

Además, esta fuerte subida del petróleo (+138,6% desde enero de 2016) ya ha encarecido los costes de las empresas y recortado sus beneficios, según los datos del Banco de España: el margen de las 884 mayores empresas creció sólo un 0.8% hasta septiembre, por el alza de costes de la energía, y por eso sus beneficios solo suben un 4,8%, la mitad que en 2016. Y también notamos la subida del petróleo los ciudadanos, en el coste de la luz (la factura media habrá subido 76 euros en 2017) y en los carburantes: la gasolina ha subido un 5,76% sobre el precio de julio de 2017 y el gasóleo un 9,5%. Y esta subida del crudo se ha arrastrado a toda la economía, con lo que la inflación media subió un 2% en 2017, comiéndose la escasa subida de los salarios (+1,4%) y las pensiones (0,25%). Y los expertos apuestan porque el petróleo caro mantenga alta la inflación media en 2018, en el 1,6%.

Otra subida clave para España es la del euro. Entre 2014 y 2016, la cotización del euro nos había dado un regalo, como el petróleo, bajando de un máximo de 1,35 euros por dólar a principios de 2014 a 1,038 euros por dólar el 20 de diciembre de 2016, un 23% menos. Y muchos expertos apostaban porque en 2017 llegaría a cotizar a la par con el dólar, a 1x1. Pero la errática política de Trump y la recuperación política y económica en Europa (aunque débil) han tirado a la baja del dólar y han vuelto a impulsar el euro, que superaba los 1,20 euros por dólar el 20 de agosto (1,20065 €/$). Y aunque luego ha bajado algo, por la falta de Gobierno en Alemania y la subida de tipos en EEUU, volvió a subir los últimos días y cerró 2017 con una cotización que de 1,2016 euros por dólar, una subida del 14,15% sobre enero  (1,0526 €/$). Ahora, si Merkel logra configurar un Gobierno de coalición y tras la drástica bajada de impuestos de Trump, el euro podría volver a remontar, hasta los 1,20/1,25 euros por dólar en 2018.

Esta subida del euro es una mala noticia para Europa, porque es un continente que exporta más de lo que importa y ahora sus productos son un 14% más caros que hace un año. Pero un euro fuerte hace más daño a España que al resto de Europa, según un estudio de Goldman Sachs. Y eso porque España exporta muchos “productos intermedios” a Alemania y Francia, por ejemplo. Y si estos países exportan ahora menos fuera de Europa, por la fortaleza del euro, también nos comprarán menos. Un recorte indirecto que se suma al recorte directo que pueden sufrir las exportaciones españolas al resto del mundo por la subida del euro, que encarece nuestros productos un 14%. Y esto es especialmente preocupante porque el 48,4% de las exportaciones españolas se dirigen a países no euro, a los que ahora sale más caro comprarnos. Y recordemos que las exportaciones son uno de los motores del crecimiento español en los últimos 3 años: en 2016 aportaron un 0,5% del 3,3% que crecimos.

El daño de un euro fuerte no acaba en frenar las exportaciones, es también un torpedo al turismo, el gran motor del crecimiento español: si el euro subió un 14% en 2017, eso significa que los turistas de fuera de la zona euro han de pagar un 14% más por visitar España, además de la subidas extra que provoca en los billetes aéreos (que suben también por el petróleo más caro). Y todo esto afecta al 40% de todos los turistas que nos visitan, a 32 de los 82 millones de turistas que habrán venido en 2017, especialmente a los británicos, nórdicos, rusos, americanos y asiáticos. Menos mal que el euro se ha revalorizado poco frente a la libra (un +0,04%: cotiza prácticamente igual que hace un año), con lo que su fortaleza no afecta a los turistas que más nos visitan, los británicos, un 23% de todos los extranjeros.

Y hay un tercer efecto negativo de tener un euro fuerte, del que no se suele hablar. Los empresarios, sobre todo los exportadores y turísticos, a los que les suben sus productos y servicios por la fortaleza del euro, tratan de contrarrestar esta subida del 14% recortando otros costes. Y donde lo tienen más fácil es en los salarios: ahora tratarán de que suban poco o nada, deteriorando aún más las contrataciones. Y además, si estaban pensando en aumentar la plantilla, esperarán a que el euro (y el petróleo) bajen. Así que, mira por dónde, la subida del euro y de la energía son dos obstáculos para que los trabajadores consigan mayores subidas de salarios en 2018. Y con ello, las familias no tendrán más dinero para gastar, ahora que, además, la inflación se come parte de sus ingresos. Todo esto debilitará el consumo interno y frenará el crecimiento y la recuperación.

Y vayamos a la tercera subida que viene, la de los tipos de interés. La bajada del precio del dinero (en EEUU desde 2008 y en Europa desde 2010) y la compra masiva de deuda pública inyectaron liquidez en las economías y salvaron al mundo de una catástrofe, a Europa del hundimiento del euro y a España del rescate (no Rajoy). Ahora, el viento sopla al contrario y lo que viene son subidas de tipos de interés y menos liquidez, menos dinero en las economías. De entrada, EEUU ha subido los tipos de interés tres veces en 2017 (marzo, junio y diciembre) y cinco en los dos últimos años (diciembre 2015, diciembre 2016 y las tres de 2017), con lo que el precio del dinero ha pasado del 0% al 1,25/1,50%. Y Europa seguirá el mismo camino, aunque con algo de retraso, porque el BCE teme ahogar la recuperación. Pero en enero de 2018 reducirá a la mitad sus compras de deuda y podría subir los tipos de interés en septiembre de 2018, para seguir subiéndolos (hasta el 1%) en 2019.

Si la compra de deuda pública por el BCE y el dinero al 0% salvaron a España del rescate, ahora el cambio de política, aunque sea suave, nos afectará más que al resto de europeos,  porque España es uno de los países más endeudados del mundo, con 2,73 billones (con b) de deuda, por la que en 2018 habrá que pagar más intereses, tanto el Estado y las autonomías (1,135 billones es deuda pública) como las empresas (897.250 millones de deuda) y las familias (706.023 millones de deuda). Y si el BCE compra la mitad de deuda, España lo sufrirá mucho (nos ha comprado 224.000 millones de deuda estos años, al 4º país que más, abaratando extraordinariamente su coste). Para dar idea de cómo nos afecta la esperada subida de tipos, un dato: el Estado español se ahorró 16.615 millones de euros (el 1,5% del PIB) en intereses de la deuda pública entre 2014 y 2017, gracias a la compra de deuda y la bajada de tipos en Europa. Si vamos a pagar más intereses por  la deuda pública, a partir de 2018, será más gasto para el Presupuesto y menos dinero para gastar en inversiones y gasto social. Y lo mismo les pasará a empresas (menos dinero para invertir y crear empleo) y familias (créditos e hipotecas serán más caras, con lo que podrán consumir menos).

Y no es sólo que el petróleo, el euro y los tipos de interés frenen la recuperación en 2018. Es que además, este nuevo año, esos factores y otros (como la incertidumbre política en USA, los riesgos de proteccionismo en el comercio mundial y la redefinición de Europa) van a provocar un menor crecimiento de las economías avanzadas, según el FMI, que no ayudará a España: salvo EEUU, que crecerá algo más (2,3 frente a 2,2% de 2017), crecerán algo menos China (6,5% frente a 6,8%), Japón (0,7% frente a 1,5%) y la zona euro (1,9% frente a 2,1%). Y en Europa, todos los países, salvo Francia (1,7% frente a 1,6%), crecerán algo menos en 2018 (un 2,2% frente al 2,4% de 2017): desde Alemania (2,1 frente a 2,2) a Reino Unido e Italia (1,3% frente a 1,5% en 2017). Y también España: 2,5% frente a 3,1% en 2017, según las previsiones hechas en noviembre por la Comisión Europea.

Y esta previsión está hecha antes de saber los resultados de las elecciones autonómicas en Cataluña, que arrojaron una mayoría absoluta de escaños para el independentismo. Si no se vislumbra una solución, algo nada fácil, la incertidumbre política agravará la fuga de empresas, turistas e inversiones  de Cataluña y afectará al resto de España, frenando aún más la recuperación. Este “viento de cara” interior podría frenar el crecimiento en 2018 entre el 0,3% (OCDE) y el 2,2% (estimación más negativa del Banco de España y la Autoridad Fiscal), lo que podría suponer, con la ayuda del petróleo, el euro y los tipos, liquidar la recuperación.

Por todo ello, 2018 puede ser un año más complicado que 2017 y el año en que España pierda una parte de su crecimiento y de su empleo, tanto por los factores exteriores como por la crisis de Cataluña. La previsión es crecer menos (frente al 3,1% de 2017, entre un 2,3% que espera el Gobierno y un 2,5% que vaticinan el FMI, la OCDE, la Comisión Europea y el Banco de España) y eso se traducirá en menos empleo: podrían crearse 440.000 empleos, frente a los 580.000/600.000 nuevos empleos creados en 2017.

No deberíamos contentarnos con este panorama para 2018, que podría empeorar si se dispara el petróleo o se enquista más el problema de Cataluña (o si Rajoy convoca elecciones en junio, por la falta de apoyo de Ciudadanos). Por eso, Gobierno y “oposición” deberían acordar un Plan de choque para reanimar la economía desde dentro y contrarrestar los “vientos de cara” que vienen de fuera y la crisis en Cataluña. Y Rajoy no debería pensar en otro Presupuesto con recortes para 2018, como ha planteado Montoro para seguir rebajando el déficit: del 3,1 % del PIB en 2017 al 2,2% prometido a Bruselas, otros 10.000 millones de ajustes en 2018 (que no tienen sentido, porque ya estamos en el 3% de déficit que exige el euro). Si los recortes son siempre discutibles, porque frenan el crecimiento y el empleo, sería una irresponsabilidad hacerlos en un año que se espera difícil.

Lo que habría que hacer en 2018 es reanimar la economía desde dentro, con un Presupuesto que aumente el gasto en inversiones necesarias (educación, infraestructuras, tecnología, reindustrialización, digitalización) y en gasto social (sanidad, Dependencia, ayudas sociales y un Plan contra la pobreza), en tanto se fomenta fiscalmente la inversión y la creación de empleo de más calidad, así como una mejora de los salarios, para reanimar el consumo, el crecimiento y el empleo. Urge, frente al “viento de cara exterior”, un Plan de choque que podría inyectar unos 20.000 millones en la economía.


¿Cómo? Consiguiendo recaudar más, algo posible porque España recauda bastante menos que el resto de Europa, por el mayor fraude fiscal y porque pagan menos impuestos las grandes empresas, multinacionales y los más ricos. España recauda un 37,7% del PIB frente al 46,1% que recaudan los países euro, según Eurostat (2016). Eso significa que si recaudáramos impuestos como los demás europeos, podríamos ingresar 96.000 millones más al año. Con eso, no tendríamos déficit y podríamos gastar más en inversiones y gastos sociales, para crecer más y crear más empleo. Este es el camino: recaudar más (sin que paguemos más la mayoría, solo algunos que defraudan “legalmente”) y no recortar impuestos en 2018, como defienden el PP y Ciudadanos. Si lo hacen, habrá menos dinero para gastar y España crecerá aún menos en 2018.

Bueno, no es que sea pesimista, es que España no está aislada y es un hecho cierto que los factores que empujaron la recuperación entre 204 y 2017 (petróleo, euro y tipos) van a jugarnos a la contra este año 2018, con el tremendo añadido de la crisis política en Cataluña. Por eso, habría que tomar medidas para contrarrestarlo, aunque me temo que Rajoy seguirá con su política de “esperar y ver” y la oposición seguirá “a uvas”. Así nos va.

Con todo, personalmente, les deseo lo mejor este año. ¡Feliz 2018¡

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