lunes, 26 de junio de 2017

Jubilarse antes, una necesidad para muchos


En 2016 se batió  el récord de españoles jubilados antes de tiempo: 136.941, el 44,6% del total. Y en 2017 sigue esta tendencia, iniciada en 2013, con un 44,1% de prejubilaciones, a los 64,2 años de media, aunque la edad legal sea este año de 65 años  y 5 meses. Los españoles se jubilan antes porque ahora les llega el turno a los prejubilados de los EREs y porque hay muchos mayores de 55 años que, a falta de trabajo y de cobrar el paro, no ven otra salida que jubilarse antes. Son 3 millones de mayores de 55 años “ni-ni-nis”: ni trabajan, ni cobran el paro ni se pueden jubilar. Y en cuanto llegan a los 63 años (y algunos a los 61) se jubilan, aunque pierdan un porcentaje de pensión. No hay que penalizarles con más recortes,  sino darles una salida, aprobar un Plan de choque para ayudarles a encontrar trabajo o asegurarles un subsidio digno hasta los 65 años. No condenarles al limbo de los “ni-ni-nis”.



                                                                                     enrique ortega

Las prejubilaciones cayeron en España con la crisis, entre 2007 y 2011, porque muchos mayores desecharon la idea de jubilarse antes por la necesidad de seguir aportando ingresos en hogares donde habían caído sueldos y empleos. Pero a partir de 2012, las jubilaciones antes de tiempo volvieron a crecer, año tras año, hasta alcanzar en 2016 un récord histórico: 136.941 prejubilaciones, el 44,6% del total, según los datos de la Seguridad Social. Y este año 2017, hasta abril, ha seguido la tendencia. 48.182 jubilaciones antes de los 65 años, un 44,1% del total, con una media de edad de 64,2 años (63,7 años los hombres y 64,5 años las mujeres). Este aumento de las prejubilaciones choca con la primera reforma de las pensiones, aprobada por Zapatero en 2011, que elevó progresivamente la edad de jubilación a 67 años para 2027 (este año 2017 está en 65 años y 5 meses). Y con la segunda reforma aprobada por Rajoy en 2013, que endureció los criterios para jubilarse anticipadamente, aumentando el porcentaje que se pierde por jubilarse antes (hasta el 8% anual).

Pero los datos están ahí y demuestran que, a pesar de las dos reformas, aumenta el porcentaje de los que se jubilan antes de tiempo. Por dos razones. Una, porque ahora están jubilándose los prejubilados de la crisis, los trabajadores de los EREs de la banca y las grandes empresas que tenían pactado jubilarse a los 61 o 63 años. Y, sobre todo, porque hay muchos mayores de 55 años que, a la vista de que no tienen trabajo ni cobran el paro, optan por jubilarse antes, aunque pierdan con ello un porcentaje de su pensión. En España hay casi 3 millones de personas mayores de 55 años que son “ni-ni-nis”: no tienen trabajo, no cobran el paro y no pueden jubilarse. La mayoría de ellos son mayores que “han tirado la toalla” de buscar trabajo y están inactivos (son 2.352.000 entre 55 y 64 años) y otros 560.100 son parados (y el 75% de ellos llevan más de un año sin trabajo).

Estos españoles mayores de 55 años saben que tienen muy difícil encontrar trabajo y comprueban cada día que las empresas no los quieren: el 61% no han sido llamados a ninguna entrevista de trabajo en el último año, aunque el 56% de ellos presenta currículos cada semana, según un estudio de la Fundación Adecco. Su mayor hándicap es la edad, pero también su baja formación: el 70% de los parados mayores de 55 años sólo tiene la ESO o incluso menos y muchos proceden de la construcción y sectores reconvertidos que ahora no tienen futuro (como ellos). Y por todo ello, el 70% de estos parados mayores de 55 años cree que “ya no volverá nunca a trabajar”, según una encuesta de la Fundación Adecco.

Su situación es especialmente preocupante porque la mayoría de estos parados mayores de 55 años no cobra el paro, a pesar de que el 40% sigue teniendo hijos a su cargo y el 35% está pagando todavía una hipoteca, según la Fundación Adecco. Los mayores de 55 años a los que se les acaba el paro tienen derecho a un subsidio de 426 euros al mes hasta que les llega la edad de jubilación (y la Seguridad Social cotiza el mínimo por ellos ese tiempo), pero muchos no lo cobran porque no cumplen los tres requisitos imprescindibles: haber cotizado 6 años al desempleo, haber cotizado al menos 15 años a la Seguridad Social y, sobre todo, que en su familia (contando su esposa o esposo y los hijos menores de 26 años) no haya ingresos superiores a los 530,78 euros mensuales (media de todos los que ingresen algo), un requisito que introdujo el Gobierno Rajoy en 2013 y dejó a muchos mayores fuera del subsidio.

Si los mayores de 55 años son “ni-ni-nis”, no trabajan ni cobran el paro, ¿Qué pueden hacer? ¿Esperar en el limbo  de la pobreza hasta que cumplan los 65 años? Muchos echan cuentas y buscan la vía para jubilarse antes, a los 63 años o incluso a los 61 años. Para jubilarse anticipadamente a los 63 años, el trabajador ha tenido que cotizar al menos 35 años. Y si le han despedido por causas económicas o administrativas y ha estado al menos 6 meses de paro, puede solicitar jubilarse a los 61 años. En ambos casos, la contrapartida es que pierde un porcentaje de la pensión que tendría si esperara a los 65 años y 5 meses. El recorte varía entre el 6,5 y el 8% anual. Pero aun así, le puede compensar  tener una pensión más baja si no cobra nada de paro. Y sobre todo si es autónomo y encima tiene que cotizar a la Seguridad Social para no perder el derecho a pensión: jubilado no cotiza y cobra.

Por todo esto suben las prejubilaciones, porque hay 3 millones de españoles mayores de 55 años que no ven otra salida que jubilarse lo antes que puedan. Aunque esa decisión cargue más las cuentas de la Seguridad Social, que sigue con un abultado déficit (-18.500 millones en 2016). La tendencia del Gobierno Rajoy, de la patronal y de muchos expertos es penalizar más estas prejubilaciones, con más requisitos y más recortes de la pensión resultante, para disuadir a los mayores a jubilarse antes de tiempo. Incluso hay muchas voces, como las del expresidente Aznar, el Banco de España y distintos expertos, que han defendido  ir i más allá y subir la edad de jubilación por encima de los 67 años, quizás hasta los 70.

Penalizar más las prejubilaciones y volver a subir la edad de jubilación por encima de los 67 años serían unas medidas injustas y rechazables por varias razones. Primera, porque con la subida a 67 años, España tiene ya una edad de jubilación que es de las más elevadas de Europa, sólo por detrás de los 68 años de Irlanda, reino Unido y la república Checa, según los datos de la OCDE. Incluso hay paises como Francia donde se jubilan a los 62, otros como Finlandia a los 63 y varios a los 65 años, como Austria, Bélgica o Grecia. Segundo, porque penalizar las prejubilaciones y subir más la edad de jubilación dificultaría aún más el empleo de los jóvenes, en un país donde su tasa de paro es el 40,5%, más del doble que el paro juvenil en Europa (19,5%). Y sobre todo, porque hay más de 1 millón de parados mayores de 50 años (1.042.700), que tienen muy difícil encontrar trabajo, más de la mitad sin ingresos y a los que se condenaría a estar más años “en el limbo”  esperando a jubilarse.

El auge de las prejubilaciones debería llevar al Gobierno y a las fuerzas políticas y sociales no a recortarlas sino a reflexionar que son un síntoma de un problema muy serio: que hay un enorme colectivo de españoles sin salida, los 3 millones de mayores “ni-ni-nis. Y que debería hacerse un Plan de choque específico para darles una alternativa. Por un lado, ayudarles a que encuentren un trabajo, para lo que el Gobierno debería volcarse en su formación y las oficinas de empleo (SEPE) en orientar su búsqueda de empleo, con la aprobación también de ayudas e incentivos fiscales a las empresas que contraten mayores. Por otro, en el caso de que no consigan empleo, deberían asegurarles un subsidio hasta la jubilación, revisando los requisitos actuales y haciendo que la mayoría pueda recibirlo. Y sobre todo los que tienen familia a su cargo, con medidas para ayudarles a pagar su hipoteca. Y en tercer lugar, planes específicos para que los mayores en peor situación se jubilen anticipadamente: no es lo mismo poner pegas a alguien que trabaja y quiere jubilarse a los 63 años que dificultárselo a un mayor “ni-ni-ni” que lleva años parado y sin ingresos.

Tenemos un serio problema con las pensiones, que no salen las cuentas porque los ingresos han caído y los gastos van a crecer mucho más por el envejecimiento de la población. Pero no podemos intentar corregirlo echando la culpa a las prejubilaciones, sobre todo a las de los mayores de 55 años sin trabajo y sin paro que buscan una salida jubilándose antes. Penalizarlos sería un ahorro mínimo y muy injusto. Lo que deberíamos hacer es darles una alternativa, ayudándoles a encontrar trabajo o a sobrevivir con un desempleo digno o una pensión anticipada. Porque no podemos cerrarles el único camino que encuentran tras muchos años “en el limbo”. Estos españoles mayores de 55 años sí que son “una generación perdida”, tras décadas de esfuerzos. Hay que buscarles una salida, no culparles ni penalizarles.

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