jueves, 23 de marzo de 2017

60 años UE: Europa debate su futuro


Este sábado 25 de marzo, los líderes europeos se reúnen en Roma para celebrar los 60 años del nacimiento de la Unión Europea y reflexionar sobre la Europa del siglo XXI, ya sin Reino Unido. Los grandes paises, con Alemania a la cabeza, apuestan por una “Europa a 2 velocidades”, donde algunos avancen más en Defensa, seguridad o inmigración mientras otros se queden rezagados. Es una mala salida. La receta debería sermás Europa”, más Presupuesto único, más unión bancaria, eurobonos y deuda compartida, más inversiones europeas y, sobre todo, políticas para crear más empleo y reducir el paro, la pobreza y la desigualdad, las grandes preocupaciones de los europeos y el origen de tantos populismos. Hay que avanzar hacia los Estados Unidos de Europa, para ser más fuertes y competitivos en un mundo globalizado, donde si los europeos no lo remediamos, el futuro será de Asia y América. Una Europa más fuerte, no varias Europas y volver al nacionalismo en cada país.
 
enrique ortega

Antes de afrontar el futuro de Europa, será útil echar un vistazo al pasado, a esos 60 años donde Europa ha ido creciendo, lentamente y con muchos problemas, desde los 6 miembros (Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo) que crearon la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1957 a los 12 miembros de 1986 (con Reino Unido, Irlanda y Dinamarca, que entraron en 1973, más Grecia, España y Portugal), los 15 de 1995 (con Austria, Suecia y Finlandia), los  25 de 2004 (tras la entrada de 8 paises del Este, más Malta y Chipre) y los 28 de 2013 (tras la entrada de Rumanía y Bulgaria, en 2007, y de Croacia). Por el camino se creó en 1993 el mercado único (libre circulación de personas, mercancías, servicios y capitales) y en 1999 el euro, ahora con 19 países, la segunda moneda más usada del mundo, mientras se avanzaba menos en fiscalidad, unión bancaria, inmigración o Europa social.

Dos han sido los grandes logros de la Unión Europea en estos 60 años. El primero, asegurar la paz entre los europeos, tras dos Guerras mundiales y muchos siglos antes de conflictos armados. El segundo, una cierta riqueza y prosperidad. Europa salió de la II Guerra mundial exhausta (leer el excelente libro “Postguerra”, de Tony Judt), con 55 millones de muertos, la economía destruida y mucho hambre hasta mediados de los 50, pero en dos décadas se recompuso y a pesar de las crisis (años 70, 80, 90 y la actual), la Unión Europea es la segunda zona del mundo con mayor nivel de vida (29.500 euros per cápita), tras EEUU (51.000 euros per cápita).

Ahora, el Brexit, la salida de la UE de Reino Unido (que intentó ingresar tres veces, por el veto francés) y el cambio geopolítico mundial provocado por la llegada de Trump fuerzan a Europa a replantearse su futuro, aprovechando los 60 años del Tratado de Roma. Pero los problemas están ahí de antes: es la Gran Recesión de 2008 la que ha puesto a prueba la Unión Europea y la que ha desvelado claramente sus fallos, básicamente la falta de liderazgo político y económico para avanzar en el proceso de integración, que ha sido muy lento. Europa tiene una moneda común pero ha avanzado muy poco en otras políticas: fiscales, financieras, deuda, laborales, sociales, Defensa y Seguridad, medioambientales, migratorias, educativas, tecnológicas, digitales… Y con la crisis, se ha notado más esta “no unión”.

El mayor problema de la Unión Europea ha sido lo mal que han gestionado esta crisis sus líderes, los de Bruselas y los de los distintos paises, con Merkel a la cabeza. Hay un dato clave: en octubre de 2009, en el peor momento de esta crisis, Europa y EEUU tenían el mismo nivel de paro, el 10% (ver este gráfico). Y hoy, USA tiene el 4,8% de paro y la zona euro justo el doble, el 9,6%, según Eurostat. ¿Qué ha pasado, por qué el balance es tan diferente? Pues porque ambos continentes han aplicado recetas distintas. Estados Unidos básicamente tres: inyectar liquidez al sistema (bajando tipos, del 5,25% en 2007 al 0,25% en 2008, y comprando deuda), aprobar un enorme Plan de inversiones (800.000 millones de dólares en 2009) para reanimar la economía y bajar los impuestos. Mientras, Europa abandonó sus estímulos en 2010, forzó  recortes a los paises más débiles (Grecia, Portugal, Irlanda y España)  y bajó más lentamente los tipos de interés (en 2008, cuando USA los tenía en el 0,25%, aquí estaban en el 2,5%) para incluso subirlos después (en abril y julio de 2011, el BCE subió los tipos, del 1 al 1,50%), llevando a Europa a una segunda recesión, en 2012 (-0,7% PIB) y 2013 (-0,3%), mientras EEUU crecía ya desde 2010 (+2,5%).

Los líderes europeos, Bruselas y sobre todo Merkel y Alemania, se empecinaron en “ir contra corriente”, en frenar en 2010 las políticas de dinero barato y reactivación de la economía que aplicaron con éxito EEUU, Reino Unido, Japón, China, Brasil y muchos paises. Optaron por “el fundamentalismo del déficit”, la austeridad, que ha sido “un suicidio para Europa”, porque ha metido a muchos paises en un bucle siniestro: hacen recortes, recaudan menos, aumenta su déficit y su deuda, crecen menos, recaudan menos, tienen que hacer más recortes y así siguiendo. Es lo que ha pasado en Grecia, en Portugal y en España, países que tienen hoy más deuda que en 2010 y donde la austeridad se ha llevado por delante empleos y riqueza, agravando la pobreza y la desigualdad. Y todo con un objetivo, digámoslo claro: se recetaban recortes para asegurar que los paises tenían dinero para pagar los intereses de la deuda de los bancos alemanes y franceses, los más “pillados” por el exceso de deuda en la Europa del sur. Incluso las presiones de Merkel y Bruselas llevaron a Zapatero a cambiar la Constitución, en 2011, con apoyo de Rajoy, para asegurar que el pago de intereses de la deuda tiene prioridad sobre los demás gastos, pensiones incluidas. Inaudito pero cierto.

Esta política de recortes y austeridad podría haber roto el euro y Europa si no hubiera actuado “de bombero” el Banco Central Europeo, el BCE. En noviembre de 2011, con Europa al borde de la segunda recesión (2012 y 2013), Draghi accedió como presidente del BCE y empezó a bajar los tipos de interés, del 1,50% que los encontró al 0% en que los situó en marzo de 2016 y donde siguen ahora. Además, en julio de 2012 soltó a los mercados su famosa frase (“el BCE hará lo necesario para sostener el euro”), que ciertamente salvó la moneda europea y evitó el rescate de España (fue Draghi, no Rajoy), aunque no el rescate bancario. Y en 2013 volvió a calmar a los mercados, con bajadas de tipos y el anuncio de compras de deuda pública y privada, que empezaron en marzo de 2015 (7 años más tarde que en USA y Reino Unido)  y que han inyectado ya 1,4 billones de euros en la débil economía europea. Una inyección de dinero barato que mantendrá hasta 2018.

El BCE ha impedido que el euro y Europa se rompan, pero la economía europea languidece, a pesar de estar “dopada” por el BCE. “No vemos cimientos sólidos en el crecimiento actual”, acaba de decir de Europa la economista jefe de la OCDE. Y es que la zona euro creció un 1,7% en 2016 (1,9% la UE-28) y para 2017 se espera un menor crecimiento, del 1,5%, que será igual en Alemania y menor en Italia (+0,9%), Francia (+1,4%) y Reino Unido (+1%), con un +2,3% en España. Y con tan bajo crecimiento, el empleo crecerá poco (+1%) y el paro se mantendrá en el 9,6%, con casi 21 millones de europeos sin trabajo. Y mientras la economía no despega, hay ya 119 millones de pobres en Europa (un 23,7% de europeos viven con menos del 60% de los ingresos medios, según Eurostat) y ha aumentado la desigualdad, con un 20% de los jóvenes europeos sin trabajo, cuatro veces los de EEUU. Y así, con un continente estancado, que no crece y pierde peso en el comercio mundial (ha perdido cuota, del 42,7%en 2005 al 38% en 2016, según la OMC), con mucha deuda, mucho paro y demasiada pobreza y desigualdad, crece el populismo y los euroescépticos.

¿Qué se puede hacer? Los dirigentes de la Comisión Europea (la mayoría, como su presidente Juncker, culpables del estancamiento económico y político actual por su pésima gestión de la crisis) se han “sacado de la manga” un pretendido Libro Blanco que propone 5 soluciones de futuro resumibles en tres: seguir como estamos, avanzar en la integración o quedarse en un punto medio, ir a una Europa a 2 velocidades donde los paises que quieran avancen en algunos temas y los demás no. Una propuesta, la de una Europa a varias velocidades, que gusta a Alemania (siempre que sea ella quien mande) y que apoyan también Francia (Hollande se va en mayo), Italia (con un líder desconocido y elecciones pronto) y España, donde Rajoy ve la oportunidad de afianzarse en la política europea entre tanto líder caducado. Pero que no gusta a los paises del Este, porque temen quedar relegados frente a un "club de élites" (la centro Europa rica). De momento, lo que Merkel y Rajoy piensan es en avanzar en la Europa de defensa y Seguridad, gastar más en armamento para construir un esbozo de Ejército europeo ante las críticas de Trump. Pero no les preocupa avanzar en crecer más, en recortar el paro y la pobreza, en invertir más, en apostar por la tecnología y la competitividad, los grandes retos del futuro para Europa.

La Europa a 27 tiene hasta la Cumbre de diciembre de 2017, cuando pasen las elecciones en Francia (mayo) y Alemania (septiembre), para decidir entonces por dónde avanza sin Reino Unido y con Trump y la crisis internacional ensombreciendo el panorama. Todo apunta a que si gana Merkel, Alemania seguirá pilotando la futura UE, con el apoyo de Francia, Italia y España, pero sin querer afrontar los problemas de fondo, que exigen más Europa y no varias Europas, con un acuerdo entre distintos paises (no siempre los mismos) para afrontar cada problema.

El gran reto de la futura Unión Europea es unirse más, no dispersarse. Y eso pasa por aprobar un potente Presupuesto europeo, que tenga más fondos para sacar a Europa del letargo. Hoy día, el Presupuesto europeo es sólo el 1% del PIB de la UE, mientras en EEUU el Presupuesto federal es el 20% del PIB. Así que hay que conseguir más recursos para Europa, con mayor aportación de los paises y, sobre todo, con nuevos impuestos europeos, como la Tasa Tobin (sobre operaciones financieras) que han aprobado 11 paises y no se aplica, impuestos medioambientales, recargos sobre el IVA y más control fiscalmultinacionales, grandes empresas y los más ricos (que apenas pagan impuestos). Y luego, con más recursos, la futura UE podría gastar más en políticas de empleo y formación, en tecnología y en inversiones públicas, en reindustrialización y digitalización, en política social y en los jóvenes y las mujeres.

Además, la UE debería funcionar como una verdadera Unión y crear ya un Tesoro europeo que emitiera  deuda pública conjuntamente (eurobonos), para que los paises más endeudados y más pobres del sur pagaran menos intereses (Alemania pagaría más y por eso Merkel no quiere). También hay que avanzar en la Unión Bancaria, creando un Fondo europeo de Garantía de depósitos (Alemania tampoco quiere). Y en la Unión Fiscal, para que no suceda como ahora, que las empresas pagan en unos paises el 35% (Bélgica) y en otros el 12,5% (Irlanda). Y en la Europa de la energía, cuando Alemania se busca su gas en Rusia. Y en un seguro de paro europeo, así como prestaciones sociales a 27. Sin olvidar una política realista de inmigración, en vez de plantearse “echar a 1 millón de emigrantes ilegales”, al estilo Trump: Europa es un continente envejecido, el único que perderá población para 2050 (habrá 31 millones menos de europeos) y necesitará emigrantes a medio plazo.

El gran problema de Europa es que se ha quedado a medio camino en su unión y los grandes paises quieren retomar poder y competencias, para crear no una Europa sino varias, al menos tres: los paises ricos del norte, con Alemania y sus paises limítrofes, la retrasada Europa del sur y la más pobre Europa del Este, que no despega y teme quedarse relegada, mientras tienen allí cada vez más poder políticos antieuropeos, como los de Polonia o Hungría. Habría que recuperar el espíritu de los fundadores de Europa, avanzar en la Europa económica, política y social, que defiende la democracia real y la prosperidad, frente al autoritarismo y el populismo. Una Europa más competitiva y abierta, que gane en riqueza y empleo, para que 510 millones de personas no teman la “invasión” de emigrantes que se sumen a los 49 millones actuales. No es un reto fácil, porque Asia y América pelean por dominar el futuro. Pero Europa puede mantenerse, avanzando todos juntos, explotando el potencial de 27 paises, no buscando salvarse cada uno como pueda. Es la hora de unirse más, de avanzar, no de buscar atajos dispersando fuerzas. Más juntos y más Europa.

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