lunes, 13 de abril de 2015

SICAV récord: millonarios sin crisis


La crisis sigue ahí, pero las grandes fortunas tienen más dinero que nunca en las SICAV, la inversión favorita de los millonarios, porque apenas pagan impuestos. En 2014 se ha batido el récord histórico de SICAV (3.226) y de su patrimonio (31.486 millones), superior ya al de 2007. Y su rentabilidad triplica a la de la Bolsa. Las SICAV son una inversión legal, pero que deja muchas vías al fraude y facilita pagar menos impuestos a los más ricos, por lo que muchos piden reformas y un mayor control, que ahora está en manos de la CNMV, no de Hacienda. Pero el Gobierno dice que si se hacen cambios, las grandes fortunas se llevarán su dinero al extranjero. Es verdad y por eso hace falta  un cambio a nivel europeo, como pide la OCDE. Pero Bruselas no está por la labor. Y mientras, la mayoría de los contribuyentes volvemos otro año a pagar la Renta, cuando el 1% de la población apenas paga impuestos.
 
enrique ortega

Las SICAV (Sociedades de Inversión de Capital Variable), creadas en 1983, son la inversión preferida de las grandes fortunas. Sobre todo, porque son bastante opacas (no hay que informar de todos sus titulares, sólo del Consejo de Administración) y apenas pagan impuestos: sólo tributan por el 1% de sus beneficios anuales (las sociedades por el 30% y los contribuyentes cotizamos a un tipo del 20 al 47% en el IRPF). Los miembros de la SICAV sólo pagan impuestos cuando venden y tienen beneficios, pero sólo tributan un 24% (como un Fondo de inversión o una renta de capital), casi como el tipo mínimo del IRPF (20%) y bastante menos que el tipo máximo que les corresponderían si pagaran IRPF (47%). Además, la constitución de SICAV está exenta de pagar el impuesto de transmisiones patrimoniales.

SICAV hay en toda Europa (sobre todo en Luxemburgo, Suiza, Francia e Italia) y aquí se han desarrollado sobre todo a partir de los años noventa. Es una inversión legal, pero que tiene “mala fama porque deja vías abiertas al fraude, como señalan los técnicos de Hacienda (GESTHA). Primero, porque no son un instrumento de inversión colectiva, sino que las controlan las grandes fortunas. En teoría, hacen falta 100 inversores para crear una SICAV (con un capital mínimo de 2,4 millones de euros), pero en la mayoría de los casos las crea una familia acaudalada y busca a 99 testaferros (“mariachis”, en el argot financiero) para que den su nombre sin poner dinero. Y es el millonario el que decide la política de la SICAV. Así, con datos de la CNMV, de las 3.000 SICAV que había en 2013, en 2.500 el capital estaba entre un 80 y un 90% en manos de un partícipe. En el caso de Morinvest, por ejemplo, la SICAV de Alicia Koplovitz: el 99,89% del capital es suyo.

Y así se da paso a la segunda vía de fraude: se utiliza la SICAV para hacer compras o participar en otras empresas, sin tener que vender para comprar. Y si el dueño tiene que hacer gastos, los hace con cargo a la SICAV, sin tener que vender (y pagar impuestos) para comprar.

Con todo, el mayor problema de las SICAV es, para muchos, su falta de  control. El 30 de junio de 2005, el Congreso decidió (con el voto del PSOE, PP más Ciu y la oposición de IU) que el control de las SICAV pasara de Hacienda a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), lo que automáticamente invalidó 200 actas que la Agencia Tributaria había abierto a otras tantas SICAV por no tener de verdad los 100 socios exigidos. Ahora, la CNMV controla la constitución de SICAV, pero carece de medios e información para hacer un control efectivo, según los técnicos de Hacienda (GESTHA).Y así, carece de información sobre el origen de los fondos, cuáles son sus verdaderos titulares, si cometen fraude fiscal o blanquean dinero. Y Hacienda sólo puede vigilar si pagan el 1% o las plusvalías si venden.

Al final, todas estas ventajas fiscales y la escasa supervisión han hecho crecer las SICAV, a pesar de la crisis. En 2007 llegaron a un máximo (3.290 SICAV y 31.481 millones de patrimonio), para caer hasta un mínimo en 2011 (3.064 SICAV y 23.776 millones de patrimonio) y luego recuperarse en 2012 y sobre todo en 2013, a raíz de la amnistía fiscal de Montoro en 2012: muchas grandes fortunas, que tenían su dinero en SICAV de otros países, trajeron su dinero a España y crearon SICAV aquí, como reconoció en su día la CNMV. Y en 2014, se han batido todos los récords: se crearon 197 nuevas, alcanzando las 3.226 SICAV, con 450.211 accionistas (la mayoría “mariachis”) y con un patrimonio invertido de 31.486,8 millones, un 14% más que en 2013, según los recientes datos de la CNMV. Y con una rentabilidad que en muchos casos ha superado el 10%, el triple que la Bolsa (3,66% en 2014). Ahora, la patronal Inverco apuesta porque el patrimonio de las SICAV crezca otro 10% este año y alcance los 35.500 millones invertidos a finales de 2015.

De las 3.226 SICAV, hay 53 con más de 50 millones de patrimonio. En el top 10 están las SICAV de las grandes fortunas, los grandes millonarios españoles. Hasta 2011, las dos mayores SICAV eran las de Amancio Ortega (Keblar y Alazón), el dueño de Inditex, que ese año las cerró para dedicarse a la inversión inmobiliaria. Ahora, las mayores SICAV son las de la familia March (Carlos y Juan March): Torrenova de Inversiones (1.093 millones), Cartera Bellver (356 millones) y Lluc Valores (181,5). Les siguen Alicia Koplovitz (de FCC), con Morinvest (494,9 millones) y Sandra Ortega, de Inditex, con Soandres (402,5 millones).Luego la familia Gallardo (de laboratorios Almirall), con Elitia Invest (386 millones), Alberto Palatchi (de Pronovías), con Hesprisa (207,4) y Gesprisa (170,7 millones), la familia Del Pino (Ferrovial), con Allocation (337,8), Chat inversiones (269,1), Swift Inversiones (146) y Tosqueta Inversiones (105,7 millones), la familia Hernández Calleja (primer accionista de Ebro Foods), con Soixa (273,6 millones), Juan Abelló (ex de Conde), con Arbaria (138,5 millones), César Alierta (presidente de Telefónica), con Lierde (99,2 millones) y la familia  Entrecanales (dueña de Acciona), con cartera Kefren (67 millones).  

La liquidación del Banco de Madrid ha sacado a la luz otros nombres famosos que tenían una de las 87 SICAV gestionadas por el banco (con un patrimonio de 867 millones). Entre ellos, los jugadores de fútbol Carles Pujol y Roberto Carlos, el inversor indio Bhavani, las familias Aistrain (acero vasco), Carceller  (cerveza Damm), Colón de Carvajal (Osborne), Hernández (jamones Beher) o Fernández Somoza (ex dueño de Azkar). Junto a Banco de Madrid, se han especializado en crear SICAV para grandes fortunas Bankinter (387 SICAV), Deutsche Bank (82) y BNP Paribas (81), así como BBVA, Popular y Santander (que tiene una SICAV,Cartera Mobiliaria, con 350 millones).

Y luego hay fortunas españolas que siguen teniendo su dinero en SICAV registradas en  otros países, sobre todo en Luxemburgo, que ofrece dos ventajas adicionales: sólo pagan el 0,01% de impuestos anuales sobre beneficios (frente al 1% en España) y son más opacas y fáciles de crear, ya que se pueden constituir con un solo accionista , con menos capital (sólo 1,25 millones de euros, la mitad que en España) y las autoridades no obligan a informar qué inversor o inversores están detrás de la gestora de la SICAV. Estas SICAV luxemburguesas se hicieron famosas en 2014, cuando salió a la luz que el Parlamento europeo había creado una SICAV en Luxemburgo, que funcionó entre 1994 y 2009, para gestionar los fondos de pensiones de los 480 eurodiputados (sólo dimitió uno: Willy Meyer, de IU).

Al final, hay expertos que dicen que las SICAV son un instrumento legal de inversión, que incluso utilizan medianos inversores (hay SICAV que cotizan en la Bolsa MAB y cuyas acciones se pueden comprar abiertamente) y que no hay que “demonizarlas. Pero el hecho real es que son la inversión preferida de las grandes fortunas por su opacidad, escaso control y porque pagan menos impuestos que si crearan una empresa o invirtieran por libre. Por eso, los técnicos de Hacienda (GESTHA) creen que hay que hacer cambios en las SICAV, no prohibirlas. Y proponen dos cambios básicos. Uno, fijar un porcentaje máximo que una persona puede tener de una SICAV (entre el 2 y el 5%). Y el otro, fijar una fecha  límite para aflorar las plusvalías y pagar impuestos (3,4 ó 5 años). Y además, proponen devolver su control y supervisión a Hacienda, algo que también pide Intermón Oxfam, que defiende una tributación de las SICAV similar a las de las empresas (que paguen el 30% sobre beneficios).

La OCDE recomendó a España, en septiembre de 2014, que revisara el régimen fiscal de las SICAV, “para que no se utilizaran para eludir el pago de impuestos”. Pero el Gobierno Rajoy no ha cambiado la normativa de las SICAV en la reforma fiscal que aprobó en 2014, desatendiendo la petición del Comité de expertos, que pedía unas “SICAV para pobres”. Montoro ha reiterado que el Gobierno no quiere cambiar las SICAV porque eso “abriría la puerta a una fuga de capitales, como pasó en el País Vasco, cuando reformó las normas: se fueron todas. El riesgo es real y por eso, cualquier cambio normativo exigiría hacerlo a nivel europeo al menos y si fuera posible a nivel mundial, con la OCDE y el G-20. Pero ni los países que captan inversiones vía SICAV ni la Comisión Europea están por la labor.

Así que parece que tendremos SICAV para rato, aún a costa de no reducir el fraude fiscal: estimado en 60.000 millones por los técnicos de Hacienda (GESTHA), una quinta parte procede de las grandes fortunas. Y se podrían recaudar unos 5.000 millones más cerrando las vías de fraude de los más ricos, sobre todo las SICAV. Eso permitiría gastar más en educación, sanidad, formación y gastos sociales, a la vez que reducir los impuestos de la mayoría, que pagamos entre el 20% y el 48% de nuestros ingresos, más que muchos millonarios. Piense en ello al hacer su próxima declaración de la renta. Y, sobre todo, al votar a finales de año.

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