jueves, 9 de abril de 2015

La luz baja pero nos cuesta más


Parece un acertijo, pero es lo que está pasando con la luz en 2015: el recibo ha bajado un 0,95% en el primer trimestre pero la luz nos cuesta un 10% más que hace un año. Y aunque bajó el coste de producir electricidad (por la climatología), el recibo nos sube porque pagamos más por la potencia instalada que por el consumo, tras la reforma de 2014. Ahora, se espera que la luz baje en primavera, suba en verano y baje en otoño, para acabar con una subida del 4,3% en el recibo de todo 2015. Pero la mayor subida vendrá en 2016, pasadas las elecciones, cuando el próximo Gobierno tenga que subir la parte regulada de la luz. Al margen de lo que baje o suba un mes, los españoles pagamos la luz más cara de Europa, salvo Irlanda y Chipre. Y encima, en 2016, la Comisión Europea quiere liberalizar el precio de la luz, como están los carburantes o el teléfono. Lo que puede traducirse en más subidas. Nos funden.
 
enrique ortega

Recordemos que el recibo de la luz tiene tres partes: los costes de producirla (que suponen el 37,48% del recibo), los impuestos (21,38%) y la parte regulada por el Gobierno (41,14% del recibo), que este año no se ha tocado, porque el Gobierno Rajoy no quería un aumento extra de la luz en año electoral y para ello ha “cuadrado” a la fuerza las cuentas del sector eléctrico para que no haya déficit, algo que no se confirmará hasta diciembre : se teme que lo haya y el próximo Gobierno tenga que hacer una subida extra de la luz en enero de 2016.

Así que este año, lo único que subirá la luz es lo que suba el coste de producirla, un precio muy oscilante y que depende de la climatología (de que haya agua, viento o sol), del tipo de centrales que utilicen las eléctricas (la luz producida con carbón y fuel es más cara y la producida por energía renovables e hidráulica es más barata), así como de la demanda (si hay más consumo de electricidad, suben los precios).

En enero de 2015, los costes de producir electricidad subieron (+5,3%), pero bajaron en febrero (-7,6%) y marzo (-1,6%), con lo que la parte del coste de la electricidad del recibo habrá bajado un 3,9% en el primer trimestre. Traducido a un recibo medio (familia con dos hijos), la electricidad ha bajado un 0,95% en el primer trimestre, según el simulador de la CNMC. Pagamos algo menos (-0,68 euros al mes)  que a finales de 2014, pero un 10% más que hace un año, porque los precios de la electricidad son ahora un 22% más altos que en el primer trimestre de 2014, cuando hubo una climatología muy favorable (con mucha lluvia y viento). Además, en el recibo pagamos una parte por el coste de la electricidad que consumimos (más barata este año) y otra por la potencia contratada. Y desde la reforma de febrero de 2014, pagamos más por la potencia contratada (60% del recibo, cuando antes era el 35%) que por el consumo (40%), para compensar a las eléctricas de la caída del consumo. Así que la electricidad cuesta algo menos, pero en realidad pagamos más por ella. El recibo medio de los usuarios ha subido un 12,7% en el primer trimestre de 2015 sobre un año antes, según cálculos de Facua.

Ahora, el mercado de futuros anticipa que el coste de la electricidad bajará en primavera, subirá en verano y bajará en otoño, para cerrar el año con una subida anual del 11,5% (repercutiría un +4,3% en la subida del recibo de 2015). Y es que este año, las eléctricas tienen que repercutir en sus costes una serie de gastos que antes pagábamos en la parte regulada del recibo: los 500 millones que se pagan a las grandes empresas (cementeras, aluminio, siderurgia…) por compensarles de posibles cortes de luz (que nunca han tenido desde 2009), el “regalo” de la mitad de los peajes que pagan las grandes empresas vascas (en contrapartida a que el PNV  apoyara al PP en la Ley del Sector Eléctrico de 2013), o los 200 millones del “bono social” que pagan eléctricas y distribuidores. Y además, este año, la energía eólica será más cara, porque le han quitado ayudas y deja de aportar energía a coste cero.

Entre tanto, se ha vuelto a retrasar la tarifa eléctrica por horas, que el Gobierno había prometido introducir el 1 de abril y que no estará hasta julio. Y solamente para los usuarios que tengan instalado un contador inteligente, que pueda informar de su consumo horario. A finales de 2014, de los 27,8 millones de usuarios con contrato de luz, sólo 14 millones tenían instalados contadores inteligentes. Y de ellos, sólo 10 millones permitían la lectura a distancia. Estos serán los primeros a los que se aplique la tarifa horaria, a partir de julio, y el resto tendrá que esperar a que estén instalados todos los contadores inteligentes, para lo que las eléctricas tienen de plazo hasta 2018. Mientras, el Gobierno aplica un sistema provisional, un “apaño”: cruza el precio medio diario de la luz en el mercado eléctrico con tres perfiles de consumidores (normales, con tarifa nocturna y con coche eléctrico) para “estimar” su consumo por horas y facturar en consecuencia (ver los precios en esta calculadora de REE).Pero es una estimación, que no coincide con el consumo horario real de cada uno de nosotros.

Mientras llegan estos cambios, los usuarios ven cómo les sube cada recibo, un 13,7% entre febrero de 2015 y febrero de 2014, según la asociación de consumidores Facua. Y un 4,4% de subida de la luz en 2014, según el INE, aunque el Gobierno dice que bajó un 4,5%. Con todo, a finales de 2014, los españoles pagábamos la luz un 28% más cara que la media de Europa, según Eurostat: 0,177 euros por KWh frente a 0,138 de media en la UE-28. Y éramos el  tercer país con la electricidad más cara de Europa, tras Irlanda (0,200 euros/KWh) y Chipre (0,186 euros/KWh), dos islas (lo que encarece producir electricidad). Y las empresas españolas se quejan de que no pueden competir con una electricidad que les cuesta un 20% más que a las alemanas, un 30% más que a las francesas o un 50% más que a las chinas.

Y si pagamos más cara la luz es porque pagamos unos extracostes que el Gobierno mantiene (hoy Rajoy y antes ZP) desde la época de Aznar, en las tres partes del recibo. En la parte que paga la producción de electricidad (37,48% del recibo), pagamos de más los kilovatios que producen las centrales hidráulicas y nucleares (un sobreprecio que les garantizó Aznar en 1997), así como el exceso de centrales (pagamos ayudas a las centrales de gas y carbón, sólo porque estén disponibles), porque  la potencia instalada duplica con creces al consumo. En la parte de los impuestos (21,38% del recibo), también pagamos más que otros países. Y en la parte de los precios regulados (41,14% del recibo) estamos pagando una serie de “extras” injustificables, que debían pagarse en el Presupuesto o suprimirse: ayudas a las renovables (7.100 millones), ayudas al transporte (1.689 millones) y la distribución de luz (5.000 millones), ayudas a la producción en las islas (887 millones), el parón nuclear y la hipoteca de la deuda eléctrica (40.000 millones más intereses).

Al final, habría que hacer una auditoría de costes, para que pagáramos por la luz en el recibo lo que realmente cuesta producirla, transportarla y distribuirla, no extracostes que engordan los beneficios y dividendos de las eléctricas desde hace décadas, a costa de pagar una electricidad que ha subido un 72,3% entre 2004 y 2014, según Facua. Es un reto que no ha querido afrontar ningún Gobierno y una asignatura pendiente para el que salga de las elecciones de diciembre de 2015, que se va a encontrar además con la necesidad de subir los costes regulados en enero de 2016 (41,14 % del recibo), para compensar las subidas no hechas en 2015.

Pero el mayor problema que vamos a tener en 2016 es que Bruselas quiere “liberalizar” los precios de la luz y el gas, lo que significa dejar que las eléctricas fijen libremente los precios, como hacen ahora las petroleras con los carburantes o las telecos con el teléfono. Todo hace pensar que eso provocaría mayores subidas de la luz, porque el mercado es un “oligopolio”: las tres grandes eléctricas (Endesa, Iberdrola y Gas Natural-Fenosa) acaparan un 92% de los consumidores domésticos y un 72% del mercado empresarial e industrial. Un poder que les lleva a pactar repartos de zonas y precios, aunque no siempre pueda demostrarlo la CNMC, como sí ha conseguido con las petroleras y los carburantes. Dejar en sus manos los precios, sin que intervenga el Gobierno, es apostar por fuertes subidas de la luz en el futuro.

Así que el futuro del recibo de la luz es preocupante, al margen de que nos digan que un mes u otro sube o baja la luz, por el clima, el consumo o el tipo de centrales que “enchufan” las eléctricas. El problema es de fondo, de que pagamos de más por la luz y ningún Gobierno se atreve a hacer una auditoría de costes y poner el cascabel al gato eléctrico, que tiene un gran poder económico, político y mediático. Un gran tema económico pendiente (otro) para las próximas elecciones. Piense también en su recibo de la luz al votar.

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