jueves, 19 de marzo de 2015

Ciencia : "menos cemento y más conocimiento"


España está creando empleo (poco) pero en sectores con bajo valor, contratos precarios y bajos salarios (porque compiten en precio). Y eso es porque son sectores con poca tecnología y baja productividad: comercio, turismo, construcción y servicios. La clave para crecer más y crear un empleo mejor es la tecnología. Pero el Gobierno Rajoy ha recortado drásticamente el gasto en Ciencia (I+D+i), mientras los demás países europeos lo aumentaban con la crisis. Y así, nos hemos quedado en el vagón de cola europeo, con  un gasto similar al que teníamos en 2003 (y encima, un 46% de los fondos no se gastan). Y se han perdido 11.000 investigadores. Este retraso continuará, porque el Gobierno prevé gastar en tecnología para 2020 lo que Europa gastaba en 2013. Esta brecha tecnológica hipoteca nuestra productividad y nuestro futuro. Hay que gastar más y mejor en Ciencia. Se lo dijo hace unos días una Comisaria europea a diputados y senadores: “menos cemento y más conocimiento”. Un buen eslogan para todos los partidos.
 
enrique ortega

Con la crisis, España ha perdido puestos en el tren europeo de la Ciencia: si antes estábamos en el puesto 15 de la UE-28, ahora estamos en el 17. Y eso se debe a que España ha recortado su gasto en investigación (-11,5% entre 2008 y 2013), mientras los principales países europeos lo aumentaban: +13,6% la Unión Europea, +4,42% Alemania, +2,82% Francia y Reino Unido y +1% Italia. Con ello, España se coloca en el vagón de cola, con un gasto en investigación del 1,24% del PIB (era el 1,39% en 2010), muy alejado de los primeros vagones de la Ciencia (3,32% PIB Finlandia, 3,21% Suecia, 3,05% Dinamarca), de los medianos (2,94% del PIB de gasto en Alemania, 2,81% de Austria, 2,28% de Bélgica, 2,23% de Francia y 1,98% de Reino Unido, 1,58% Irlanda ), por detrás incluso de Portugal (gasta el 1,36% del PIB en Ciencia), empatados con Italia (1,25%) y sólo por detrás de Grecia (0,78%) y países del Este, según los últimos datos de Eurostat para 2013 (ver mapa). Y aún estamos más rezagados de los países tecnológicos punteros: Corea (gasta en Ciencia el 4,04% PIB), Japón (3,38%), USA (2,8%) y China (gasta el 2%, como Europa).

Y hoy, la brecha tecnológica será aún mayor, porque en España han seguido los recortes en tecnología en 2014 y 2015. El gasto en investigación (I+D+i) tiene dos partes, el público y el privado. En el gasto público, los recortes vienen desde 2009, el año que se dedicaron más recursos públicos a la Ciencia (9.673 millones). Desde entonces, la investigación ha perdido un tercio de los recursos públicos, quedando en 6.406 millones de euros para 2015, el gasto que se hacía en 2003 (más deuna década perdida”). O sea, que la Ciencia ha perdido 1 de cada 3 euros públicos en los últimos 6 años. Y ya no es sólo que haya menos dinero. Es que además, dos tercios del presupuesto llega en forma de créditos, un “truco” utilizado desde  2011 para “inflar” el gasto en Ciencia: se aprueban cifras mayores sabiendo que una parte no se va a gastar porque las Universidades y centros públicos no van a pedir estos créditos (no pueden endeudarse más) y tampoco las empresas privadas. Resultado: en 2013 (último dato), casi la mitad de los créditos para Ciencia no se utilizaron (46%), según la COSCE (son 2.209 millones perdidos). Y si tomamos los últimos cinco años conocidos (2009-2013), quedaron sin gastar 11.467 millones, un 28,55% del gasto público presupuestado para la Ciencia. Una locura.

El recorte en el gasto privado en Ciencia ha sido menor pero muy importante: lleva cayendo desde 2008 (ese año alcanzó el récord de 8.074 millones) y en 2013 (último dato INE) era sólo de 6.906 millones, un 14,4% menos. O sea que las empresas han perdido 1 de cada 7 euros que gastaban en investigación. No sólo las empresas gastan menos, sino que han caído drásticamente el número de empresas españolas que investigan: si en 2008 había 36.183 empresas que hacían innovación tecnológica, en 2013 sólo lo hacían 16.119, menos de la mitad, según el INE. Y de ellas, el 91,6% son grandes empresas: sólo 1.347  de los 3 millones de pymes innovan. Y esto es lo que más contrasta con Europa: si el gasto público en investigación es más bajo en España (0,58% del PIB frente a un 0,71% en la UE-28), la mayor brecha se da en el gasto privado en investigación (0,66% del PIB en España frente al 1,30% en la UE-28 y el 2% del PIB en Alemania, cuatro veces más). Y otro dato: entre las 1.000 grandes empresas europeas que más gastan en tecnología sólo hay 21 españolas.

Así que retraso en el gasto público en investigación y una enorme distancia en el gasto privado, de las empresas. Con ello, se han paralizado múltiples proyectos y se han perdido 11.000 investigadores en esta crisis, según el INE. El problema es que este retraso tecnológico hipoteca seriamente nuestro futuro, como revela el último informe Cotec. Y eso porque hay una relación directa entre tecnología y competitividad, nuestra gran asignatura pendiente: España ocupa el puesto 13 en el ranking europeo de competitividad. Y eso se debe, según un documentado estudio de la Fundación BBVA e Ivie,  a que nuestra economía ocupa el último lugar (entre los grandes países europeos) en el peso de los sectores de alta y media tecnología (telecomunicaciones, servicios informáticos y de I+D), mientras somos el país con más peso de los sectores con baja tecnología (hostelería, turismo, comercio y servicios). Y estos sectores, que son los que ahora crecen, suponen menos valor añadido, menos ingresos y un empleo más precario, con menos futuro porque se compite en precio, no en producto (innovación y calidad).

El futuro pasa por empresas con más tecnología e innovación. Y para eso, hace falta un tirón del gasto público en investigación, que promueva el gasto de las empresas. Pero ese no es el objetivo de Rajoy, quien ha tirado la toalla con la Ciencia en aras de rebajar el déficit público: en febrero de 2013 envió a Bruselas la Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación 2013-2020, con el objetivo de congelar el gasto público en investigación (0,61%) en esta Legislatura y confiar en que suba el gasto en I+D+i de las empresas privadas (algo “ilusorio”, según COSCE) para que el gasto total en I+D+i pase de 1,24% del PIB en 2013 a 1,48% en 2016 y al 2% en 2020. Rajoy pretende que España gaste en Ciencia en 2020 lo que Europa gastaba en 2013. Y un tercio menos del 3% que es el objetivo para el gasto europeo en Ciencia en 2020. Si ya vamos retrasados hoy, aún estaremos más lejos a finales de la década. Y recuperar esta brecha exigirá otra década.

Un preocupante panorama que ha provocado múltiples protestas de los científicos españoles y que ha llevado a 40.000 investigadores y expertos a firmar una Carta por la Ciencia donde piden más recursos (llegar a un gasto del 2% del PIB en 2016), más contratos para investigadores, mejor acceso a créditos y ayudas (que se gaste todo el Presupuesto) y que se cree de una vez la Agencia Estatal de Investigación (debía estar creada desde junio de 2012, según la Ley de la Ciencia), un organismo independiente que gestione la Ciencia en España, con un presupuesto asegurado para 7 años, al margen de los vaivenes políticos.

Además, la Comisión Europea ya presentó en julio de 2014 un informe sobre la Ciencia en España, con una valoración (dijeron que la media es “baja) y 10 recomendaciones que se resumen en tres: tenemos que gastar más (un 0,7% de gasto público anual, unos 1.000 millones más al año), aumentar las plantillas de investigadores y gastar mejor, reformando los centros públicos de investigación (fusiones), modificando la carrera de investigador, coordinando mejor los esfuerzos entre autonomías, Estado, Universidades y empresas, evaluando y controlando mejor los programas de investigación y favoreciendo más la innovación en las empresas (con incentivos y compras públicas). Y también, crear la solicitada Agencia estatal de Investigación.

El Gobierno Rajoy ha hecho caso omiso a los científicos y a la Comisión Europea, que acaba de incluir en febrero, entre la lista de recomendaciones a España, que haga un mayor esfuerzo en tecnología. La propia Comisaria europea de Política Regional, Corina Cretu, aprovechó su reunión con parlamentarios y senadores españoles, el 5 de marzo en Madrid, para pedirles “un cambio de modelo económico”, orientado a la tecnología, que favorezca la competitividad y especialización de las empresas. “Menos cemento y más conocimiento”, les dijo con desparpajo, mientras les pedía reorientar las inversiones hacia la I+D+i.

Está claro para casi todo el mundo, menos para el Gobierno Rajoy: España tiene que gastar más en tecnología (llegar al 2% del PIB en 2016 y al 3% en 2020, lo que supone gastar entre 7.000 y 17.000 millones más al año en esta década) y gastarlo mejor, con más eficacia y colaboración con las empresas privadas, apostando por los sectores con futuro. “Menos cemento y más conocimiento”. Es el gran reto de España, que debía obligar a un gran pacto por la Ciencia, al margen de quien gane las elecciones. Hay que dejarse de palabras y apoyar de verdad (con dinero y voluntad política) la investigación y la innovación, porque son la clave para una recuperación duradera y unos empleos estables. Sin Ciencia no hay futuro.

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