lunes, 14 de abril de 2014

Carburantes: suben, aunque estén bajo vigilancia


Los carburantes han vuelto a subir esta Semana Santa, como en verano y Navidad, a pesar de la bajada del petróleo y la subida del euro, que abarata importaciones. El problema es que hay poca competencia entre las petroleras: tres controlan el mercado y acuerdan precios. El Gobierno les tiene bajo vigilancia, con varios expedientes abiertos, y les achaca que suben sus márgenes, pero no vale de nada: seguimos teniendo la gasolina y el gasóleo más caros que en Europa, sin contar impuestos, aunque con ellos sea más barata. Por eso, la Comisión Europea presiona al Gobierno para que suba los impuestos a los carburantes en 2015, con la anunciada reforma fiscal. Aunque el Gobierno presione a las petroleras para que bajen márgenes, serán 5 céntimos de ahorro como mucho. Y con la subida de impuestos, subirán entre 7,5 y 10 céntimos. Mucho ruido para que al final, los carburantes suban en 2015.
enrique ortega

Los carburantes están más baratos que en enero (-1,7% el gasóleo) y que en verano (-3%) aunque la rebaja es mucho menor de la que debería ser por el doble ahorro que suponen la bajada del petróleo (-3,7% desde enero y -5,7% desde agosto) y la subida del euro (+6,3% desde enero y +12,6% desde agosto), que abarata las importaciones de crudo y carburantes. Con ello, las petroleras han vuelto a quedarse con parte del ahorro en el coste real de los carburantes, como ya denunció el Gobierno en enero, a través de un informe de la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC): habían subido sus márgenes un 25%. Ahora, aprovechando la Operación Salida de Semana Santa, han vuelto a subir los carburantes, que empezaron a subir a finales de marzo, tras caer desde Reyes. La historia se repite cada año: suben al máximo en agosto, bajan en otoño, suben en Navidad, bajan después, suben en Semana Santa, se estabilizan en primavera y suben para las vacaciones.

El precio de los carburantes tiene tres partes: en el gasóleo, un 45,29% son impuestos (0,602 euros/litro en marzo), otro 42,73% es el coste del carburante (0,568 euros litro) y el 11,96% restante (0,159 euros) es el margen bruto, donde la petrolera incluye costes de transporte, almacenaje y distribución (0,8 céntimos por litro), gastos financieros, gastos biocarburantes, pago a mayoristas y gasolineras (8 céntimos por litro) y el beneficio de la petrolera (dicen que ganan entre 1 y 1,5 céntimos por litro). Si el precio de los carburantes se fija en el mercado internacional (Marsella y Rotterdam), el precio al automovilista sin impuestos debería ser en España similar al de Europa. Pero aquí es más caro.

En enero 2014, el informe de la Comisión de la Competencia (CNMC) ya advertía que los precios antes de impuestos eran en España 5,1 céntimos más altos para la gasolina y 4 céntimos más para el gasóleo A que en la UE-28. Y que España era el 4º país con la gasolina más cara (sin impuestos) y el 6º con el gasóleo más caro de los 28 países UE. Luego, la CNMC ha vuelto a informar que los márgenes subieron otro 8% en febrero. Ahora, con datos del 7 de abril, la diferencia de precios se mantiene: la gasolina en España es 4,3 céntimos más cara (sin impuestos) que la media UE-28 y 2,9 céntimos más en el gasóleo A. Y somos el 5º país con la gasolina más cara y el 9º con el gasóleo más caro.

Si los carburantes sin impuestos son más caros en España que en la mayoría de Europa se debe a que las petroleras tienen más margen bruto, bien porque tienen más costes (menos eficiencia al comprar en el mercado o al refinar el crudo y comercializarlo) o porque tienen más beneficios. O por las dos cosas, que es lo más probable. De hecho, España es el país europeo donde las petroleras más aumentaron sus márgenes brutos durante la primera parte de la crisis (entre 2007 y 2010: un 21 % en el gasóleo (82,5% ventas) frente al 16% en Francia, 9% en Italia, 7% en reino Unido o 5% en Alemania, según la CNC.

El problema de fondo es que en el sector petrolero, tras más de 15 años de precios liberalizados (desde octubre de 2008), hay poca competencia y está dominado por tres empresas: Repsol, Cepsa (controlada por IPIC, la empresa estatal de Abu Dabi) y la británica BP. Un triopolio que controla todo el proceso del negocio, desde la compra internacional de crudo y carburantes, el refino (las 9 refinerías que hay en España son suyas, mientras en otros países hay entre 5 y 10 operadores refinando), el almacenaje, transporte y distribución (tienen el 29,15% de CLH, al antigua Campsa, y controlan la logística) y, sobre todo, la venta en gasolineras: controlan el 73% de las venta de carburantes (45% Repsol, 16% Cepsa y 12% BP), aunque en la mayoría de provincias (incluida Madrid) superan el 80% de las ventas, entre gasolineras propias y abanderadas, según la CNE. Un poder que contrasta con el 50% de las ventas que controlan las grandes petroleras en Francia o el 31% en Italia.

Con este poder en todo el negocio, son capaces de adelantar o retrasar compras de carburantes, establecer cuellos de botella en la logística (CLH) que perjudiquen a la competencia y, sobre todo, forzar a las gasolineras a pactar precios a cambio de mayores comisiones, como denunciaba un detallado informe de la Comisión de la Competencia, que ya les puso en 2009 una multa de 7,9 millones por pactar precios. En marzo 2013, la Comisión de la Energía (CNE) les abrió un expediente por el efecto lunes: acordar bajar precios los lunes (el día que se mandan a Europa) y subirlos el martes, una práctica comprobada desde el verano anterior. A finales de mayo, la Comisión de la Competencia abrió otra investigación (con registro sorpresa de sus oficinas) para intentar demostrar que acuerdan precios. Y en diciembre 2013, les abrió otro expediente sancionador por incumplir las medidas correctoras impuestas en 2009 para evitar que pactaran precios y comisiones con las gasolineras.

Las petroleras están pues bajo vigilancia desde 2009, pero ahí siguen, con los precios sin impuestos más altos de Europa. Y eso, a pesar de que en julio de 2013 el Gobierno Rajoy reformó la Ley de Hidrocarburos para fomentar la competencia: más facilidades para abrir gasolineras en centros comerciales y polígonos, prohibir a las grandes abrir gasolineras donde tengan más de un 30% del mercado y limitar de 5 a 1 año (prorrogable a 3) los contratos de las petroleras con las gasolineras, para facilitar el cambio de abanderamiento. Pero ni con esas aumenta la competencia: las gasolineras de marcas blancas, cooperativas e hipermercados sólo suponen un 25% del total (10.424) y sólo han ganado un 5% de cuota desde 2007. Haría falta fomentar nuevas gasolineras en autopistas y autovías y multiplicar carteles con precios comparados, para aumentar la competencia de verdad.

Al final, aunque las petroleras tienen un mayor margen, los carburantes en España son más baratos que en la mitad de Europa: somos el 12º país con la gasolina más barata (1,34 céntimos menos que la media UE-28) y el 11º con el gasóleo más barato (0,88 céntimos más barato). Y eso, porque pagamos menos impuestos, aunque ya suponen la mitad del precio de la gasolina (50,64% frente al 57,9% en la UE-28) y casi la mitad del gasóleo (45,29% frente al 50,94% en UE-28). La ComisiónEuropea lleva meses presionando a España para que suba estos impuestos a los carburantes y los ponga “a nivel europeo”. El Gobierno Rajoy ya no se puede escaquear más y tendrá que subirlos en la próxima reforma fiscal, que prepara para 2015. Eso supondrá una subida extra de los carburantes: un 7,2% para la gasolina (10 céntimos por litro) y un 5,6% para el gasóleo (7,5 céntimos por litro).

En definitiva, el Gobierno “persigue” (con poco éxito) a las petroleras para que rebajen sus márgenes y poder bajar los carburantes 5 céntimos por litro (como mucho) pero mientras nos sorprenderá con un aumento de impuestos que subirá la gasolina y el gasóleo entre 7,5 y 10 céntimos en 2015. Y luego está lo que hagan el petróleo y los carburantes (se espera que suba la demanda y los precios en 2014, máxime si hay conflictos), junto al euro, que podría bajar este año y encarecer así la factura energética por partida doble. Así que, aun vigilando a las petroleras, los carburantes seguirán caros este año. Sólo nos queda usar menos el coche. Algo difícil.

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