jueves, 21 de noviembre de 2013

Un mundo dividido contra el Cambio Climático


Estamos tan obsesionados por llegar a fin de mes, que no nos preocupa llegar a fin de siglo, ni a los ciudadanos ni a sus Gobiernos. Y mientras, seguimos emitiendo gases que calientan la atmósfera y cambian el clima, provocando sequías, inundaciones y tifones como el de Filipinas. Los científicos han dado la alarma: el nivel de CO2 es preocupante y si no hacemos nada, la temperatura subirá 4,8 grados para 2100, una catástrofe ecológica y económica que todavía puede evitarse. Pero los países, obsesionados por la crisis, están divididos y no toman medidas efectivas, como se está viendo en la Cumbre del Clima de Varsovia. Buscan ganar tiempo y pactar un acuerdo en 2015 para recortar desde 2020. España lidera el aumento de CO2 en Europa y el Gobierno ni ahorra energía ni apoya a las renovables. Salvar el Planeta es evitar una crisis peor que la última recesión. No pierdan más tiempo.
 
enrique ortega

Hay nuevas alertas sobre el cambio climático, el síntoma de que el Planeta está enfermo. El 6 de noviembre, un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advertía que la concentración de CO2 (el gas que más contribuye al calentamiento global) en la atmósfera alcanzó un máximo histórico en 2012, creciendo más que en los diez años anteriores, tras superar en mayo la barrera de las 400 partes por millón (ppm). Ya en septiembre, un informe de la ONU (IPCC) desvelaba que las concentraciones en la atmósfera de C02, metano y óxido nítrico habían crecido a niveles sin precedentes en los últimos 800.000 años. Y lo más importante: el responsable es el hombre “al 95% de certeza”, según los científicos. Porque el CO2 y los gases de efecto invernadero se emiten al producir electricidad, consumir carbón y petróleo, con los vehículos y las calefacciones, con la industria, la agricultura y los servicios.

Lo más preocupante son las consecuencias de estas emisiones récord. La primera, la subida de la temperatura, al retener el CO2 y otros gases parte del calor que emite la Tierra. Si la era industrial ya ha provocado un aumento de 0,85 grados (entre 1880 y 2012), los informes de la IPCC (ONU) prevén una subida de 1,5 a 4,8 grados en la temperatura de la atmósfera para 2100. Y ese calentamiento provocaría, primero, un calentamiento de los mares (la “despensa” donde se almacena la mayoría del CO2) que, junto al deshielo  polar, haría subir  el nivel del mar de entre 26 y 82 centímetros, agravando los riesgos de tsunamis y tifones como el de Filipinas (desastres naturales que cuestan 148.000 millones al año, según el Banco Mundial), además de una acidificación de los océanos que matará muchas especies. Pero además, el calentamiento global actúa sobre el clima, aumentando la frecuencia de olas de calor, lluvias torrenciales en el norte y sequías en el sur, con grave impacto sobre las cosechas y el encarecimiento de los alimentos.

España es uno de los países más afectados por el cambio climático, según los científicos, porque se encuentra en una zona de transición climática, en medio de dos ejes (Atlántico-Mediterráneo y África-Europa) lo que provocará que el Mediterráneo (y sus poblaciones) sea una de las zonas más afectadas. De hecho, ya sufrimos más el calentamiento global (+1,5 grados de media en las últimas tres décadas, frente a +0,5º en Europa y +0,8º en el mundo). Y tenemos un clima más seco (las precipitaciones 2000-2010 son las más bajas desde 1950), nieva menos y hay más inundaciones.

El mayor problema del CO2 y los gases de efecto invernadero es que crecen más cada año y se acumulan durante siglos, con lo que si no se toman medidas urgentes pronto llegaremos a un punto de no retorno. Sobre todo si el mundo sale de la crisis y consume más energía. Por eso urge tomar medidas, según advierten los científicos a los 190 países reunidos esta semana en la Cumbre del Clima de Varsovia. La primera, que los países ratifiquen la segunda fase del Protocolo de Kioto, un acuerdo firmado en 1997 para reducir las emisiones un 5,2% entre 2008 y 2012 y que debe continuar entre 2013 y 2020. El problema es que EEUU no lo firmó, como tampoco China, India y países emergentes (los más contaminantes). Y tanto Japón como Canadá, Rusia o Australia no quieren comprometerse más que a mínimos recortes, con la excusa de Fukushima o la crisis. Y quedan solos con sus recortes la Unión Europea, Noruega, Suiza y Croacia, con menos del 15% de las emisiones totales. Así  resulta difícil abordar el segundo reto: preparar un acuerdo mundial de recorte de emisiones para después de 2020, que debería firmarse en la Cumbre del Clima prevista en París a finales de 2015.

EEUU  abrió en junio una puerta a la esperanza, al prometer Obama que iba a poner límites de emisiones a las eléctricas y a la industria, con un tibio compromiso de recortar un 17% sus emisiones (22% del total mundial) para 2020(sobre 2005). Pero le va a costar cumplirlo, ante la dura oposición republicana, que recurrirá sus medidas en los tribunales. Japón ha dado marcha atrás y ahora sólo va a reducir un 5% sus emisiones hasta 2020, al haber parado sus nucleares por Fukushima y necesitar más petróleo. Australia y Canadá rebajan también sus promesas y Rusia no se compromete. Mientras, China, India, junto a Brasil Sudáfrica y países emergentes (54% de emisiones totales) insisten en que no van a poner en peligro su crecimiento recortando emisiones y exigen a cambio ayudas, los 100.000 millones de dólares del Fondo Verde del Clima prometido en 2011 y que nadie sabe quién va a pagarles ni cuando. Y han presionado en Varsovia, levantándose de la mesa China y 77 países más, para conseguir con urgencia un Fondo para catástrofes (caso Filipinas), que los países ricos no quieren crear antes de 2015.

Mientras, Europa, líder mundial en la lucha contra el cambio climático, está dividida. Por un lado, acaba de comprometerse a recortar sus emisiones (11% total mundial) un 17% para 2020 (sobre 1990). Y 13 ministros europeos de Medio Ambiente (entre ellos el español), han firmado una carta en la que defienden acelerar la lucha contra el cambio climático, con recortes más drásticos de emisiones para después de 2020. Pero los ministros de Industria UE, presionados por eléctricas e industrias, se plantean si la postura “ecologista” europea no frena el crecimiento y encarece sus productos frente al resto del mundo. “Llevamos 15 años solos y si los demás países no se suman a esta batalla, perderemos competencia y empleo en Europa”, señalan con razón.

España va retrasada respecto a Europa: llevamos recortando emisiones de CO2 desde 2007 (-1,9% en 2012), pero se debe más a la crisis que a tomar medidas. De hecho, España es el tercer país europeo con más emisiones (tras Grecia e Irlanda) y el país donde más han crecido las emisiones tras el acuerdo de Kioto: +22,8% (sobre 2009) entre 2008 y 2012, mientras la UE-28 los ha reducido -19,1% (Alemania o Gran Bretaña -25%, Francia -12% e Italia -10,5%). Esto se debe al gran peso del carbón y del petróleo en nuestro consumo energético, a que nuestras industrias consumen el triple de energía que las europeas (son menos eficientes), al mayor peso del transporte por carretera (83% frente al 45% UE) y a las escasas medidas de ahorro, frustradas con los recortes de Rajoy. Como España no cumple Kioto, paga comprando derechos de emisión de CO2: hemos gastado 800 millones de euros y aún pagaremos 400 millones más hasta 2014.

Así las cosas, todo apunta a que los países (Europa incluida) buscan ahora ganar tiempo, salir de la crisis y dejar cualquier acuerdo global para 2015, con recortes de emisiones que no entrarían en vigor hasta 2020. Otros 7 años perdidos, sin tomar medidas drásticas para reducir emisiones en la industria, las eléctricas, los automóviles y camiones, las calefacciones y las viviendas, sin apoyar decididamente el ahorro de energía y las renovables. Y por ello, con más emisiones de CO2 y gases de efecto invernadero, más calentamiento global y un clima enloquecido, que se traduce en catástrofes, malas cosechas y subida de los alimentos.

El calentamiento global no es una obsesión de ecologistas, sino el mayor problema económico del mundo a medio plazo, como insiste el Nobel Stiglitz. Porque si no hay un crecimiento sostenible, si nos cargamos el Planeta, esa crisis será más grave que las últimas recesiones. Se puede y se debe crecer con equilibrio, no como pirómanos. Así que pensemos un poco todos en llegar a fin de siglo, por las generaciones futuras. Por pura supervivencia.

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