jueves, 7 de noviembre de 2013

Siguen cayendo empresas


El Gobierno sigue haciendo propaganda de la recuperación y ahora Montoro dice que “la gente ya la nota...". Pero siguen cayendo empresas: las últimas Fagor, Panrico o Pocoyó, que se suman a nombres emblemáticos como Pescanova, Sniace, Roca, Orizonia, Caramelo o Victorio y Lucchino, en suspensión de pagos, con despidos y cierres de factorías. Este año, los concursos de acreedores han aumentado un 17,8 %. La causa es triple: pocas ventas, mucha morosidad y poco crédito. Pero el problema de fondo es que las empresas españolas son las más endeudadas de Europa y un 41% facturan sólo para pagar deudas. Y cuando los bancos les aprietan, forzados por la reforma financiera, tienen que cerrar. Eso les va a pasar a muchas empresas en los próximos meses, con la banca renegociando créditos. La salida es crecer, porque sin vender no se pueden pagar deudas. Pero con los recortes no crecemos y caen más empresas. Es el círculo vicioso de Rajoy.


                                                                                      Enrique Ortega
Tras el verano, han vuelto las crisis de empresas, algunas con nombres emblemáticos: Zinkia (dibujos infantiles Pocoyó) , Fagor (símbolo industrial de Euskadi y líder nacional en electrodomésticos línea blanca) y  Panrico (fabricante de Donuts), ambas en pre-concurso y con las factorías cerradas, que siguen a otras que cayeron también este año, como Pescanova (el mayor concurso de acreedores de una empresa no inmobiliaria en esta crisis), Sniace (en concurso y con las fábricas cerradas),Clesa (liquidada en septiembre tras entrar en concurso en 2011), Orizonia (grupo turístico cerrado en febrero 2013), las empresas de ropa Caramelo, Blanco O Victorio y Luchino (en suspensión de pagos desde primavera) o Roca, que ha cerrado varias factorías tras un siglo de vida. En todos los casos, son problemas similares: caen las ventas, falta liquidez, no pueden pagar a proveedores, no les renuevan créditos y suspenden pagos.

Son los nombres que saltan a los medios, pero 26 empresas han caído cada día en concurso de acreedores durante 2013: son 7.032 concursos hasta septiembre, un 17,8% más que el año pasado, según los últimos datos del INE. Eso supone que sólo en nueve meses se han superado los concursos de todo 2010 (5.962) y 2011(6.863) y que cerraremos muy por encima de 2012 (9.071 concursos). El problema es que el 94% de estas empresas que solicitan concurso de acreedores, para buscar un respiro, acaban cerrando, según Axesor. Y además, sólo una de cada cuatro empresas van a la suspensión de pagos: las otras tres directamente cierran. Con ello, este año cerrarán otras 40.000 empresas en España, la media de estos años de crisis, donde han desaparecido 238.891 empresas (julio 2007-julio 2013), 106 empresas menos cada día, según datos de Empleo. Y lo peor: 20.300 son empresas industriales (con más empleo) y el 73% pymes con menos de 50 empleados.

¿Por qué caen las empresas? La primera razón es que la crisis está resultando muy larga y tras 6 años, muchas empresas no pueden aguantar la caída de ventas, fruto del desplome del consumo por el paro, la bajada de salarios, subida de impuestos y recortes. A Fagor, por ejemplo, le han caído las ventas un 32%. Segundo, no resulta fácil cobrar lo que se factura: el porcentaje de impagados se mantiene en el 7%, según la Plataforma contra la morosidad, y se cobra con mucho retraso (el sector público paga a 141 días y el privado a 93, aunque las empresas del IBEX pagan a sus proveedores a 178 días). Y tercero, las empresas que se quedan sin liquidez tienen muy difícil conseguir dinero. El crédito es cada vez más escaso (ha caído un 12,17% en el último año, a niveles de 2006) y más caro: conseguir un préstamo de menos de 1 millón de euros le cuesta a una empresa española un 4,97% (y a las pymes un 5,2%), frente al 2,80% que pagan en Alemania o el 2,13% en Francia. Y además, los bancos españoles admiten que han endurecido los criterios para conceder créditos, por las exigencias de saneamiento de la reforma financiera y porque se les han disparado los morosos: 12,2% de los créditos, el nivel más alto de nuestra historia reciente.

Pero hay otra razón más, que está detrás de las últimas crisis de empresas: la refinanciación de créditos. A raíz de la reforma financiera, el FMI alertó en 2012 de que la banca española tenía una “morosidad enmascarada” gracias a las refinanciaciones: empresas con mucha deuda a las que se les da otro crédito para que puedan mantenerse y pagar lo que deben. Se calcula que un 16% de los préstamos a empresas se refinancian, unos 230.000 millones en créditos refinanciados. Y el Banco de España, por imposición de la troika, ha obligado a bancos y Cajas a reclasificarlos y ver los que pueden cobrar o no, antes del 30 de septiembre. Y eso ha llevado a las entidades a apretar las tuercas a las empresas: o les dan garantías de que van a poder pagarles o les cortan el grifo. Y esas garantías son despidos (EREs), cierres, cambio de directivos y ventas de activos. Unos, los que han podido (El Corte Inglés o FCC, la súper endeudada empresa que ha comprado de saldo Bill Gates) han conseguido nueva financiación. Y los que no, como Fagor, Panrico o Service Point han tenido que ir a pre-concurso de acreedores. Y este proceso continuará en los próximos meses, cuando se van a producir muchas renegociaciones, lo que provocará que más empresas, ya sin el oxígeno bancario, tiren la toalla.

Precisamente, la gran losa para las empresas (y para la economía española) es su deuda: todavía deben 1,07 billones (con b) de euros, aunque han reducido en una cuarta parte su endeudamiento estos años (desde los 1,47 billones que debían en 2008). Lo peor no es que sea una cifra que marea, sino que las empresas españolas son las que más han aumentado su endeudamiento en Europa y las pymes españolas triplican el endeudamiento de las pymes francesas o alemanas, según el último informe del FMI. Y lo más escalofriante: un 41% de las empresas españolas dedican el 100% de su beneficio bruto a pagar su deuda. O sea, que abren y trabajan cada día para pagar a los bancos. Y claro, en cuanto les fallan las ventas o les suben los costes, no pueden cumplir. Y tienen que reducir costes, cerrar fábricas, despedir, no pagar a proveedores y cuando no pueden más, suspender pagos.

En definitiva, la losa de la deuda hace que las empresas españolas sean tremendamente vulnerables, más que sus competidoras europeas. Y están muy expuestas a la escasez de crédito o a la subida de tipos. Por eso, el riesgo ahora, advertido por el FMI en octubre, es que la reforma financiera para sanear bancos y Cajas fuerce un proceso rápido de reducción de deuda de las empresas (el palabro que usan es desapalancamiento) que las asfixie, provocando una cadena de suspensiones de pagos, cierres y más paro. La solución es seguir recortando deuda, pero poco a pocosin que se coma los incipientes beneficios, que han de ir a recuperar la inversión y el empleo.

La prioridad del Gobierno debería ser ayudar a las empresas a reducir su deuda (forzando quitas y renegociaciones razonables) y garantizarles la liquidez y el crédito suficiente (sobre todo, con la banca nacionalizada) para poder seguir funcionando. No puede ser que la mitad de las empresas trabajen para pagar deudas. Y sobre todo, hay que cambiar de política económica, abandonar los recortes para reanimar el consumo, la inversión y el empleo. El principal reto es crecer, para que las empresas puedan vender y pagar sus abultadas deudas. Porque creciendo menos del 1%, lo que el FMI augura para España hasta 2018, no pueden. Se asfixian y cierran. Así no hay recuperación que valga.

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