miércoles, 10 de octubre de 2012

Generación "ni-ni" : jóvenes sin salida


Uno de cada cuatro jóvenes españoles ni estudia ni trabaja, un 50% más que en la OCDE. Son la generación “ni-ni”: casi 2 millones de jóvenes de 15 a 29 años. Dejaron los estudios con el boom del turismo y la construcción y ahora están sin trabajo y les cuesta volver a estudiar. España tiene la segunda mayor tasa de abandono escolar de la OCDE y la segunda mayor tasa de paro juvenil de Europa. Urgen planes para que muchos “ninis” vuelvan a las aulas, porque tienen menos formación que los jóvenes europeos. Y Bruselas ha pedido a España un plan urgente de empleo juvenil, que no llega. Sólo recortes en educación y en formación a los parados, subida de matrículas y una reforma educativa que va a expulsar a más jóvenes de las aulas. Hay que buscarles una salida ya.

Antes de esta crisis, España tenía menos “ninis” que Europa: un 13,8% (18-24 años) frente al 14,9% de la UE-27. Y eso porque toda una generación de jóvenes españoles habían dejado las aulas para trabajar en la construcción, el turismo y la hostelería, al amparo del boom: en 1.997, un 34% de los jóvenes (15-29 años) trabajaba. Pero, al estallar la crisis, estos jóvenes fueron los primeros que se fueron al paro, al pinchar la burbuja inmobiliaria, ayudados por su baja formación y sus contratos temporales (los tenían el 60%, el doble que en Europa).

Con ello, a partir de 2007, los ninis dan un salto y España se convierte en el quinto país europeo con más jóvenes (18-24 años) que ni estudian ni trabajan: un 23,1% en 2011,  muy por encima de la media europea (16,7%) y sólo por detrás de Bulgaria (27,9%), Italia (25,2%), Grecia (24,4%) e Irlanda (23,9%). Y si abrimos más el abanico de edad (15 a 29 años), España es el segundo país de la OCDE con más “ninis”, tras Israel (27%): un 23,7% en 2010, frente al 15,8% de media en los países industrializados. En total, según el censo 2012, 1.865.000 jóvenes españoles que ni estudian ni trabajan. Un drama para ellos y sus familias. Y para el país.

España tiene más jóvenes “ninis” por dos razones que se suman: más abandono escolar y más paro juvenil. Somos el país europeo con más tasa de abandono escolar, tras Malta (33,5%): un 26,5% de los jóvenes entre 18 y 24 años han abandonado sus estudios, el doble que en Europa (14,2%). Y la situación es más grave en algunas autonomías: Andalucía (32,5%), Ceuta y Melilla (32,2%), Castilla la Mancha (31,6%), Murcia y Baleares (30,7%), resaltando el bajo abandono escolar en el País Vasco (12%), Navarra (13%),Madrid (19,8%) y Galicia (20,8%).

Además, somos el país europeo con más paro juvenil (15-24 años): un 52,9%, sólo por detrás de Grecia (53,8%), frente al 22,5% de paro juvenil en la UE (y el 8% en Alemania). Y lo peor es que tenemos más paro en todos los niveles de estudios, incluyendo entre los universitarios: 12,3% de paro en España frente al 10,4% en Europa y el 4,7% en la OCDE. Tenemos más paro juvenil porque los jóvenes estaban empleados en los sectores que más han sufrido la crisis (construcción y servicios), pero también porque nuestros jóvenes están peor formados que los europeos: tenemos más universitarios (39% entre jóvenes 25-34 años frente al 38% la OCDE), pero también tenemos más jóvenes sin secundaria (29,4% frente al 15,3% la OCDE), menos jóvenes con secundaria superior (57% frente al 77% la OCDE) y menos titulados en Formación Profesional (38% frente al 52% en UE-19).

Al final, es la pescadilla que se muerde la cola: nuestros jóvenes están menos formados pero abandonan más los estudios y eso les complica aún más encontrar trabajo, ya que está demostrado que el paro se ceba más entre los menos formados (36,8% paro entre los que tienen estudios básicos y 12,3% entre los universitarios). La LOE 2006 intentó recuperar a los que salieron de la ESO y la FP, con el sistema de pasarelas, pero no ha dado muchos resultados, aunque el abandono escolar bajó en 2011 (del 28,4% al 26,5%), más por la falta de empleo que por una política de recuperar alumnos en los Institutos, que es donde se van. Los recortes en educación (-6.000 millones desde 2010) han frenado muchos programas de recuperación en las autonomías y también muchos planes de escuelas de adultos. Ahora, el temor es que la nueva reforma educativa aprobada por el Gobierno Rajoy, con su sistema de más pruebas y reválidas, dificulte la recuperación de alumnos y fuerce un mayor abandono escolar de los que tengan problemas. Además, los recortes en medios y profesores o la subida de tasas universitarias no ayudan.

Se impone un Plan específico para reducir el abandono escolar, en línea con Europa, cuyo objetivo es bajarlo al 10% para 2020 (lo tenemos en el 26,5%). Y además de recuperar alumnos, sobre todo para la Formación Profesional, hay que mejorar la formación de los jóvenes parados, con cursos específicos, lo que choca con los recortes en las políticas activas de empleo. Y luego, hay que buscar fórmulas de contratación que liguen formación y empleo. En algunas autonomías (Madrid, País Vasco y Comunidad Valenciana) se han puesto en marcha programas piloto de formación dual: alumnos de FP estudian en un centro (1/3) y hacen prácticas en una empresa (2/3), durante tres años, a cambio de un contrato de formación y aprendizaje en que se le pagan 450 euros al mes. El Gobierno acaba de enviar al Consejo de Estado un Decreto para cubrir   estos contratos de formación-empleo, que podrán utilizar jóvenes de hasta 30 años.

Es un principio que puede dar buenos resultados, como en Alemania. Pero hace falta más. La Comisión Europea acaba de pedir a España (y a los otros siete países con más de un 30% de paro juvenil: Grecia, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Portugal y Eslovaquia) que hagan más esfuerzos para reducirlo, ya que hay muchos jóvenes en riesgo de exclusión social y pobreza. Urge un Plan de empleo juvenil, un Plan de choque para el que se podrían buscar más fondos europeos. Pero sobre todo, urge cambiar de política : con los recortes se agudiza la recesión, no hay demanda y no hay empleo. Y los jóvenes (junto a las mujeres y los mayores de 55 años) son los que más lo sufren. Sin trabajo y sin ganas ni medios para volver a estudiar. Casi 2 millones de jóvenes condenados cada día a la desesperanza. Una generación perdida.

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