domingo, 4 de marzo de 2012

Frutas y hortalizas: otro palo a la Europa del sur



Francia y los países del centro y norte de Europa acaban de meterle otro rejón a la Europa del sur, sobre todo a España: un nuevo acuerdo agrícola con Marruecos, que facilita la entrada de aceite, frutas y hortalizas a precios más bajos. A cambio, Francia, Alemania, Holanda y Reino Unido colocarán mejor sus excedentes de cereales, leche y carnes en Marruecos, además de importar alimentos más baratos. Los agricultores españoles se quejan de competencia desleal y de falta de control a los productos marroquíes, que van a hundir los precios del tomate, las frutas y el aceite en España, con pérdida de empleos en Andalucía, Canarias, Comunidad Valenciana y Murcia. Los consumidores tenemos que mirar el origen de lo que compramos, porque si no, un día nos quedaremos sin alimentos de aquí, sin agricultura.

El acuerdo agrícola UE-Marruecos, aprobado  por el Parlamento Europeo (369 votos a favor, y 255 en contra), facilita la entrada de alimentos marroquíes en los próximos 10 años. Su aceite podrá entrar ahora en la UE sin limitaciones de cantidad (contingentes) y sin aranceles (pagaba 1,25 € por Tm), mientras que el aceite comunitario (y español) tendrá aranceles en Marruecos a partir de las 2.000 Tm. Las naranjas marroquíes ya no tendrán contingentes en la UE y baja su precio de entrada un 30%, lo que hace imposible competir a las españolas. En clementinas, también se les sube el contingente y se baja el precio de entrada. Se quitan los contingentes a los pimientos, sandías y melones marroquíes. Y se aumentan los de calabacín (duplican), pepino (triplican), ajo y fresa, una fruta que podrán exportar más en abril y mayo, compitiendo con la española. Y el resto de frutas y verduras, exportación libre.

España, por su clima, produce frutas y hortalizas en las mismas fechas que Marruecos, pero a precios más altos. Primero, porque un obrero marroquí cobra 5 euros al día recogiendo tomates y en Almería ganan 50 €. Y la empresa cotiza por él y paga impuestos, mucho más que en Marruecos. Además, nuestros productos tienen más controles fitosanitarios, mientras Marruecos utiliza pesticidas prohibidos en la UE. Al final, todo esto se traduce en que un kilo de tomate español para la exportación cuesta 0,85 € mientras el marroquí entra a 0,46 €. Y menos, ya que nuestros  agricultores se quejan de que las aduanas europeas son “un coladero”, donde no se vigilan ni precios de entrada ni cantidades en las importaciones agrícolas marroquíes. Que hay un fraude generalizado, denunciado por los propios servicios antifraude de la UE (OLAF).

Al final, los agricultores españoles se quejan de competencia desleal de Marruecos, que va a tirar los precios de nuestras frutas y verduras en Europa, donde exportamos 8.100 millones de euros (2011). El mayor daño lo tendrá el  aceite (exportamos 2.000 millones €), que ya sufre la caída de ventas y precios, con grandes excedentes. Luego se verán muy afectados los productores de naranjas (exportamos 864 millones a la UE), mandarinas (756), nectarinas (433) y fresa (575). Y  los productores de tomate (800 millones exportación a Europa), pimientos (547), pepino (273), calabacín (160) y ajo (148).

Al final, son 450.000 agricultores de frutas y hortalizas, más los del aceite, que venderán menos y a menos precio, lo que puede suponerles perder 3.500 millones €  al año. Y peligran unos 50.000 empleos (cada 1.000 Tm de tomate que se deja de exportar son 50 empleos), en Andalucía, Canarias, Murcia y Comunidad Valenciana, algunas ya con más del 30% de paro. Por eso, los agricultores piden más controles y compensaciones a la UE por este acuerdo, que van a denunciar ante el Tribunal europeo de Luxemburgo.

Teóricamente, este acuerdo beneficia a Marruecos y se ha vendido como “una ayuda a su desarrollo y democratización”. Pero los expertos destacan que la agricultura exportadora del país vecino gira en torno a grandes empresas, ligadas al rey marroquí y a empresas mixtas con europeos (incluso empresas españolas están plantando olivos en Marruecos). Y que no beneficia ni al pequeño agricultor marroquí ni a sus consumidores, ya que el país importa alimentos básicos para poder exportar otros a Europa.

A quien beneficia el acuerdo es a Francia, sobre todo, y a Alemania, Países Bajos y Gran Bretaña, que ahora podrán exportar mejor a Marruecos sus excedentes de cereales, leche, carnes y aceites de semilla. Por eso, Francia quiere extender este acuerdo a Túnez, Egipto y Jordania. También ganan los países del centro y norte de Europa, ya que no producen aceite, frutas y hortalizas y ahora las podrán consumir más baratas. Y Bruselas trata de ahorrarse ayudas a la Europa del sur, preparando ya los recortes de la PAC en 2013.

Los consumidores españoles también salimos ganando, en teoría, ya que los alimentos marroquíes van a tirar a la baja de los precios. Pero habrá que ver si la rebaja se traslada al consumidor, o aumenta el margen de la distribución: de hecho, pagamos los alimentos cinco veces más caros que el precio que recibe el agricultor, según el observatorio de COAG. Y hay  que pedir a esos mismos distribuidores que informen sobre lo que comemos: si compramos tomate, aceite, naranjas o fresas marroquíes, que sea sabiéndolo. Y sabiendo que contribuimos a cargarnos el campo español.

El problema es que llueve sobre mojado: este acuerdo con Marruecos se suma a la crisis del pepino (E.coli) y al aumento de importaciones agrícolas de terceros países, un proceso imparable que ha provocado una caída del 11 % del valor de la producción de frutas y verduras, un tercio de nuestra agricultura, donde la renta ha caído otro 4,5 % en 2011. Hay que tomárselo en serio y planificar el futuro. Y como consumidores, saber que o cuidamos a nuestros agricultores, eligiendo sus productos y su calidad, o desaparecerán. Nuestro campo se deteriorará (ellos cuidan el medio ambiente) y dependeremos de otros países para alimentarnos, con otro sabor y menos calidad  y seguridad. Podemos evitarlo.

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