miércoles, 1 de junio de 2011

A confesarse con Hacienda

Queda un mes para confesarse con Hacienda, pero este año los contribuyentes parecen tener más prisa por declarar sus ingresos de 2010. Y eso porque ahora, gracias a Internet, en vez de la penitencia reciben antes la devolución. De hecho, los primeros quince días de abril, ya había casi 600.000 contribuyentes que habían cobrado su devolución. Hay prisa por cobrar, por la crisis. Y es que a ocho de cada diez contribuyentes, la declaración del IRPF les sale a devolver, porque les retuvieron de más el año pasado o por las deducciones, sobre todo por vivienda y planes de pensiones. Con todo, este año han subido los tipos, como pasará en la próxima declaración. Y Hacienda sigue controlando de cerca lo que confesamos, cada vez con más datos. Este año va a vigilar sobre todo a los profesionales.
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El impuesto sobre la renta, el IRPF, de dónde saca el Estado casi la mitad de sus ingresos (43,5%), no se paga ahora, sino que lo hemos pagado casi todo en 2010, con las retenciones mes a mes. Ahora, con la declaración, se trata de ajustar esos pagos con las deducciones. Y a  la mayoría, al hacer cuentas, le sale que Hacienda tiene que devolverle dinero. Así, de 19,4 millones de declaraciones que se esperan esta primavera, 15,2 millones tienen derecho a devolución (200.000 menos que el año pasado), que recibirán 11.167 millones de euros (7,33% menos que en 2010). Y 4,2 millones son positivas, aunque sólo 3,8 millones de contribuyentes (2 de cada 10) pagan ahora con la declaración, 6.184 millones de euros (+3,46%). En definitiva, que Hacienda devuelve ahora casi el doble de lo que ingresa, porque la recaudación del IRPF (67.601 millones) ya la hizo el año pasado, con las retenciones en nóminas y otros ingresos.
El IRPF es un impuesto que pagan fundamentalmente los asalariados: casi el 80 % de la recaudación viene de las nóminas, el camino por el que pagan un 90% de los contribuyentes. Y además de ser un impuesto que pagan los trabajadores, el IRPF lo pagan sobre todo las rentas medias y altas, ya que las rentas bajas están exentas o apenas pagan. Tras la reforma fiscal de 2007, en la primera legislatura de ZP, unos 6 millones de contribuyentes (el 30% del total) dejaron de pagar IRPF, según el IEF, al elevarse el mínimo personal y familiar exentos de declarar (ahora, los que ganan menos de 22.000 euros año brutos, o sea todos los mileuristas). Esta enorme bolsa de no declarantes se explica no tanto por progresividad fiscal como porque Hacienda se quitaba así un gran paquete de contribuyentes que ingresaban poco y daban mucho trabajo de gestión, centrándose en menos contribuyentes, las rentas medias y altas.
En consecuencia, si se analiza lo que el contribuyente paga a Hacienda, se ve que las rentas altas, con unos ingresos de más de 39.000 euros (10,3% de las declaraciones) aportan el 56% de la recaudación total del IRPF y que las rentas más bajas (58% de las declaraciones, con ingresos por debajo 18.000 euros) aportan el 10% de los ingresos, quedando el 34% restante para las rentas medias (18.000-39.000 €), según la Agencia Tributaria. Esto habla de un impuesto progresivo (paga más quien más tiene), aunque no controle muchos ingresos y fortunas, que evaden vía empresas interpuestas, sociedades o SICAV. Baste decir que sólo 8.059 contribuyentes reconocen ganar más de 600.000 euros al año, frente a una inmensa mayoría (95,45%) que confiesa ganar menos de 60.000 euros.
Este año, al declarar la renta de 2010, a todos nos han subido los impuestos, un 5,5%, por dos medidas: la supresión de los 400 euros y el aumento de las retenciones al ahorro, del 18 al 19% (o al 21 % si se perciben más de 6.000 euros). Además, no se han actualizado con la inflación los mínimos personales y familiares. Con todo ello, la presión fiscal (ingresos tributarios más cotizaciones/PIB) subió del 30,4 % en 2009 al 31,5% en 2010. Y volverá a subir en 2011, hasta el 32,5%, por la subida de tipos en las rentas más altas, la no actualización de los mínimos con la inflación y, sobre todo, al desaparecer (para la mayoría) la deducción por inversión en vivienda, de la que se benefician 6,6 millones de contribuyentes. Además, en la próxima declaración (a presentar en 2012), subirán los tipos del IRPF algunas autonomías (Cataluña, Andalucía, Extremadura o Cantabria), con lo que pagaremos más que este año.
Ya nos toque pagar o nos devuelvan, hay que procurar confesarse bien con Hacienda, porque cada vez sabe más de nosotros. Y lo que no sabe, se lo dicen. Así, desaparecido el impuesto del patrimonio (2008), bancos y Cajas están obligados a darles nuestros datos claves: saldos de cuentas, depósitos y créditos, rendimientos, compras y ventas de Fondos y valores. Con ello, y con datos de autonomías, Ayuntamientos, Seguridad Social y múltiples organismos internacionales, Hacienda tiene una gran base de datos para controlarnos y detectar el fraude, casi imposible para los que viven de un sueldo.  Y como tiene necesidad de ingresar, va a por todas. En 2010 ya recaudó 10.000 millones en la lucha contra el fraude, un 23,7% más. Y este año ha dicho que va a vigilar con lupa a los profesionales y los signos externos de riqueza, desde el uso de tarjetas de crédito a viajes caros, barcos, coches o pisos de lujo. Vale, que vigile, pero de verdad. La mayoría no tenemos nada que esconder.

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